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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
8
Drama Después de verse obligado a abandonar su casa y su familia por deudas de juego, un hombre rehace su vida como titiritero hasta que se ve envuelto en la revolución maoísta. Cuando consigue volver con su mujer y sus hijos, ya nada es como antes. (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es compleja. Es muy larga y al mismo tiempo todo sucede a la velocidad de un suspiro. Tiene sinsabores, sus momentos alegres y etapas oscuras. Pero vale la pena vivirla. ¡Vivir! es un canto a la vida, la película con la que el chino Zhang Yimou se consolidó definitivamente entre el público y la crítica europea. La cinta acompaña el devenir de un matrimonio a lo largo de 40 años en los que las luces y las sombras se irán combinando como en un espectáculo de marionetas proyectadas sobre una sábana iluminada. Yimou habla de su país a medio camino entre la complaciencia y la (auto)crítica. Pero no hay rebeldía en su mirada. Ni resquemor. Ni odio. Porque la vida nos lleva por caminos inesperados. No hay que aceptar los avatares del destino con desánimo o desde el lado más pusilánime. Simplemente las cosas suceden cuando suceden y como suceden. Y eso no significa tener una actitud complaciente o derrotista. Es la filosofía, obviamente asiática, que basa el discurso del sabio, el gran Yimou.

¡Vivir! acaba como un haiku precioso, una colección de imágenes hondas, un ramillete de escenas costumbristas en el que el verdadero espectáculo reside en las cosas sencillas (o complejas, según se mire). Yimou nos dice que no hay mal que por bien no venga, que siempre vale la pena seguir adelante, que la vida sin tener alguien con quien compartirla es menos vida, menos viva, menos real. Es desgarradora cuando debe serlo, luminosa cuando la fortuna sonríe a la familia protagonista. Tiene el poso del cine familiar de Ozu y un aliento clásico. Algunas escenas y miradas queden suspendidas en el tiempo y alargadas en metraje, como si el film buscase la belleza auténtica de lo pequeño. Uno acaba de ver ¡Vivir! con el corazón acongojado y con el pecho henchido. Y con la certeza que en próximos visionados resultará más épica, más emocionante. En la dulzura de Gong Li al ver que su marido ha perdido todas sus propiedades en los dados, en el cariño de la madre que cocina bolas de arroz para su pequeño, en la joven sordomuda que se emociona al despedirse de los suyos el día de su boda o en la figura del padre que zurra a su único hijo varón en el comedor comunal hay mucho cine y una gran lección de vida. Obra cumbre del reciente cine chino.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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