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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
7
Drama Una mujer de avanzada edad debe elegir entre un saludable marido y un hijo alcohólico cuya enfermedad está llevando a la familia directamente a la pobreza. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2012
46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un simbólico cuervo se posa en un árbol al inicio de Elena. Un mal presagio que nos introduce en una casa que despierta. Elena cierra el despertador, se levanta, abre las cortinas de su cuarto, va al baño y empieza a preparar el desayuno. A la vez, el espectador va tomando consciencia del espacio y empieza a preguntarse quién es esa señora que Andrei Zvyagintsev filma con tanta atención. Elena esconde varios relatos, todos ellos asociados a un espacio diferente. La mujer que vemos no es un ama de casa normal y corriente. Tampoco una esposa en el sentido estricto. Es madre y abuela, aunque sus funciones como tal son algo peculiares. La película es un viaje de la Rusia bienestante a la marginal, el mismo trayecto que realiza Elena en tren para visitar a sus familiares. Tras la extraordinaria El regreso, acercamiento a una paternidad extraña que acababa en muerte, Zvyagintsev nos vuelve a introducir en una historia cruda de personajes que tienen mucho que esconder.

Desde esta parte del globo es difícil adivinar si Elena esconde un discurso sociocultural muy centrado en la Rusia de hoy en día, pero su poder metafórico llega intacto. Zvyagintsev viene a exponer la inflexibilidad de quienes tienen dinero y laceran con su látigo a los más desfavorecidos; a la vez que nos describe de una forma despiadada una clase social sin recursos, al borde de la marginalidad, el deshaucio y la incultura, o lo que es lo mismo, sin asideros morales ni materiales, sin perspectivas de futuro ni verdaderas ganas de ascender en la escala social. Hay, por lo menos se intuye, una simbólica representación de la Rusia comunista que no se ha adaptado a los tiempos capitalistas, unos por miedo, y en el caso de la película por pura desidia. Personajes miserables, unos y otros despreciables, víctimas o verdugos según se mire.

Zvyagintsev confirma su maestría: su cine tiene mucho de Tarkovsky y Kieslowski, es un animal que agoniza y expulsa sangre, y sus imágenes sacuden al espectador. El director cumple las funciones de cineasta y de movedor de conciencias. Con Zvyagintsev da la impresión que lo más importante está en lo que no se cuenta, o en los procesos que llevaron a los personajes y a la trama hasta el lugar donde el cineasta empieza a filmar. Cine social que no renuncia a la poesía (ese cuervo, o el plano que abre y cierra la película), aunque su lírica esté entre lo más feo de la sociedad, sin que por ello su estilo se entienda como feísta. Por su belleza, por su tristeza, por su compromiso y por la gran interpretación de Nadehna Markina, Elena tiene suficiente fuerza para aguantar hasta final de año como una de las mejores reflexiones y experiencias cinematográficas del 2012.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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