La segunda (episodios 2 y 3) es, para mi gusto, demasiado poca cosa para las expectativas que se generan (pero vaya, me refiero a que es poca cosa dentro del contexto de "Genocyber", porque fuera de él estamos hablando de un disparate de destrucción de proporciones bíblicas; por cierto, no puedo dejar de reseñar la escena del asesinato de los niños: nunca vi en la pantalla una muerte tan dura y explícita de unos niños como la que aquí se nos muestra -literalmente les hacen pedazos-).

La tercera historia (episodios 4 y 5) es una especie de mezcla de steampunk y totalitarismo de lo más interesante. El nivel de destrucción se mantiene atenuado (repito lo mismo que dije antes: atenuado dentro de lo que cabe) y se da mayor empaque a una historia romántica que chirría demasiado en medio de este contexto. En cualquier caso es bastante potente y posee algunos momentos estremecedores.

Las escenas de acción son trepidantes como pocas. La intensidad está a la altura de las circunstancias, y como espectadores somos incrédulos testigos de la destrucción de hospitales, vagones de metro, rascacielos, aviones, portaaviones... Incluso ciudades enteras son borradas del mapa como si nada (la desaparición de Hong Kong resulta desconcertante). Según avanza la trama cada vez queda menos que destruir, hasta que llegados a un punto ya se decide arrasar la Tierra al completo y dejarse de tonterías. Creo que pasa al final de tercer episodio, pero es difícil de asegurar porque como digo uno pierde ya el sentido de la perspectiva ante tanta destrucción masiva.

Quiero mencionar especialmente el diseño de producción. Me parece destacable por la ingente cantidad de armamento que se muestra (tanques, armas, robots, aviones, helicópteros, portaaviones, satélites...), y todos ellos con su propio diseño. Del mismo modo, el diseño arquitectónico alcanza cotas que se me antojan altísimas para una "simple" OVA. Parece más propio de una película para cines por su alto nivel de detalle.

La contundente banda sonora de música electrónica de psytrance supone la puntilla definitiva para convertir en un auténtico desbarre sin límites las escenas de acción, mostrando en pantalla toneladas de vísceras y casquería (el pintor Francis Bacon se sentiría como en casa), todo ello aderezado por unos cuantos miles de litros de sangre y por muertes a cada cual más desagradable. Por cierto, resulta divertido ver como cada nuevo personaje que aparece en pantalla tarda poco más de unos minutos en morir de manera brutal.

Resumiendo, no apta para estómagos sensibles. La violencia es altísima (¿cuántas veces lo he dicho ya?) y la destrucción es algo pocas veces visto, de verdad. Nada de medianías, nada de medias tintas: aquí lo único que importa es mostrar un cataclismo tras otro; una hecatombe seguida de otra aún más desastrosa. La destrucción por la destrucción. Sin más. Si te va el tema no te puedes perder esta miniserie bajo ningún concepto.