Lo primero que se puede decir de esta película es que se trata de un emprendimiento familiar (la protagonista es a la vez productora y escribió el libro y es hermana de los guionistas y codirector) y eso es lo que parece, una película hecha entre parientes y amigos para demostrarse a sí mismos lo geniales que son y lo interesante que son sus vidas. La historia en si no tiene ni pies ni cabeza con una histérica insoportable que se cree artista (algún día habría que estudiar porque los nuevos directores de comedia argentinos suponen que una histérica insoportable en el cine -papel en el que parece haberse especializado la actriz Pilar Gamboa- resulta graciosa) busca a su ex pareja para que la acompañe a llevar las cenizas de su padre (a quien ella creía muerto años atrás) a Bariloche (unos 1.500 km) en una combi destartalada, acompañados de la hermana adicta de él y la pareja gay del padre (lamentable traspié de Miguel Ángel Solà seguramente acuciado por problemas económicos para aceptar este papelón). Y eso es todo, no hay historia, ni desarrollo de personajes, ni gags originales, ni nada. Lo único rescatable es su corta duración.