¿Se puede decir que la música encaja con las imágenes porque cuando David Byrne dice Pizza Hut, se ve un establecimiento de dicha franquicia en pantalla?
Pues no lo sé, pero un tipo que elige a los cabezas parlantes para su banda sonora, de primeras me cae bien. Y eso que Kevin Smith parece muy molón, pero luego seguro que es el típico vegetariano rácano de izquierdas. Además sus continuas expresiones con ojos saltones me ponen de los nervios.

Y en sus clerks (más en este que en el primero) el tono cachondo y desenfadado se torna sólo comprensible para excitados, por variar el término, en algunas escenas semimusicales donde se abraza el ridículo sin complejos. Pero se puede perdonar, y mirar para otro lado, porque la verdad es que la exposición del pensamiento friki, el día a día de los don nadies y el corazoncito de los quedaos y los faranduleros del erotismo entre especies, es ligero y acertado.

Además salen Randy y Earl, qué grande. Eso sí, entre el "nunca has intentado alcanzarla" de la primera y el "de culo a boca" de la segunda, me quedo con aquella, porque en esta me resulta un pelín forzada la gracieta.

Así que es este un film cutre y moderno (para ser americano), algo que se confirma principalmente en que se lían un blanco y una negra, y ningún personaje se escandaliza, de hecho, lo que sorprende al resto es que una tía de sonrisa y personalidad cautivadoras con un trasero y unos pechos que se mueven de miedo al son del "eibisí" de los cinco Jacksons, se líe con un lechoso, feo y gordo perillero.