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España España · Valencia
Voto de cherburgo:
7
Acción. Aventuras. Drama Los barcos del Shogun pasan cargados de oros por la costa de Sabai. Tres años atrás, treinta pescadores con sus mujeres y familias desaparecieron en ese mismo lugar después de haber encontrado el oro de un barco hundido. Nunca se supo que pasó con ellos, así que se solía decir que fueron “llevados por los dioses”. Magobei es un samurai que sabe muy bien lo que sucedió aquel día, por lo que los responsables tratarán de deshacerse de él. (FILMAFFINITY) [+]
12 de junio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es incomprensible el grado de malditismo que ostenta esta película (muy, pero que muy poco vista y mencionada en las webs de cine escritas en español) así como su director, el gran Hideo Gosha, un cineasta moderno rompedor de moldes clásicos y gran renovador del cine japonés de samurais de los sesenta y setenta, poseedor de ese estilo barroco y violento tan del gusto de los fans de Quentin Tarantino o Sergio Leone (de hecho las pocas películas que he podido ver de este genio me han traído a la memoria los spaguetti western de Leone).

Desgraciadamente el cine de Gosha, a diferencia del de sus compañeros de generación, sigue siendo muy subterráneo en occidente, y solamente en los reducidos círculos de frikis del cine nipón se le concede el status que merece: el de maestro del cine japonés. A modo de reivindicación de Gosha basta reseñar títulos tan representativos del nuevo cine del Japón Feudal como Tenchu —rodada el mismo año que esta Tiranía (Goyokin)— , Sword of the Beast, Bandits vs Samurai Squadron, Tres Samurais fuera de la ley o Samurai Wolf.

Tiranía es cine de género ejemplar, ese cine capaz de cautivar al espectador empleando dosis de acción y entretenimiento condimentadas en la misma proporción con intimismo filosófico y drama profundo. Es un western crepuscular, o para ser más precisos, una película de samurais crepuscular que vierte una visión desmitificadora de la figura del samurai plasmando la crueldad, el salvajismo y la codicia que imperaban en la época. Visualmente es un portento de arte cinematográfico. Posee una fotografía en color sencillamente espectacular en la que el tono cromático de la misma va tornándose de más brillante a más opaco en función del estado de ánimo de los personajes y desarrollo de la historia, jugando Gosha a ser un pintor de la época impresionista.

El sol, la lluvia, la nieve así como los rústicos parajes del Japón Feudal se mezclan con total desparpajo, logrando un efecto hipnótico narcotizante en el espectador difícil de igualar por otras cintas del género. Y todo ello es rubricado para deleite de los fanáticos del cine de acción más frenético con unas espectaculares coreografías a espada y katana armada, filmadas con la precisión de un cirujano. Los actores se mueven como unos violentos Ronin bajo la lluvia, viento y nieve a lo Fred Astaire y Ginger Rogers lanzando aldabonazos a diestro y siniestro para masacrar tanto a inocentes pescadores moradores de aldeas malditas como a los despiadados samurais rivales. Y lo más impactante es que estas coreografías se integran a la perfección con la historia fatalista de venganzas y maldiciones del destino, bajo la influencia del cine de género italiano, que soporta el peso de la narración.

(...)

Tiranía no es meramente una cinta de acción. Es mucho más. El film encierra una compleja metáfora sobre la condición humana y las crueles e inhumanas decisiones colectivas que son tomadas en aras del bien común. Los intérpretes dotan a sus personajes de un halo de inexpresividad que hiela la sangre. A resaltar la portentosa interpretación de Tatsuya Nakadai (una más a sumar a las de Hara Kiri, Sanjuro, trilogía de La condición humana, El rostro ajeno, Kiru, Samurai Rebellion, La espada del mal, etc etc) que sabe otorgar a su personaje de la necesaria actividad física así como de una desconsoladora tortura interior en contra de su propio ser.

Sin lugar a dudas Tiranía es una de las películas cumbres de la historia del cine de samurais. Gosha lleva a cabo un ejercicio de estilo trasladando al Japón del siglo XIX el estilo crepuscular del western americano unido al desmitificador y feroz del spaguetti western, ensamblando dichos estilos con la propia idiosincracia del cine del país del Sol Naciente. Gosha plasma el final de una época destruyendo la mítica otorgada por los grandes maestros del cine clásico japonés a la vez que lanzando una mirada descreída hacia la figura del samurai y las formas de relación que imperaban en el Japón Feudal, legando para la historia una cinta épica, preciosista, esteta, poética y primorosa como ninguna.

Copy-paste de: http://www.cinemaldito.com/tirania-goyokin-hideo-gosha/
cherburgo
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