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Voto de Lafuente Estefanía:
5
Western. Aventuras Canadá segunda mitad del siglo XIX. Con el apoyo de los británicos, el tiránico James Sullivan, director de la Compañía de la Bahía de Hudson, impone unas condiciones muy duras a los tramperos en el comercio de pieles, por lo que algunos se declaran en rebeldía. A este grupo se une Víctor, un trampero que, hasta la ejecución de su hermano por los soldados británicos, se había mantenido neutral y que ahora participará en el secuestro de ... [+]
4 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
También España ha estado presente en lo que podemos llamar el "northern", ese subgénero del Oeste ambientado en las frías tierras del norte de América donde a menudo aparecen las rojas casacas de la Policía Montada del Canadá. No todo van a ser espaguetis.
Y lo hace con una cinta curiosa en la que alterna un guión decente con diálogos pésimos, unos buenos paisajes con una fotografía bastante deficiente, banda sonora agradable con una interpretación que, en general, deja bastante que desear, entre otras cosas por el vestuario y la caracterización. Ejemplo: de las tres protagonistas femeninas una aparece con una largos vestidos decimonónicos y peluquería de época, otra con una falda rodillera y la última como una trampera, eso sí, estas dos últimas con maquillaje y melenas sesenteras de chicas "ye-ye". Pero el golpe lo dan los rebeldes cuya cabeza va tocada con una gorra a lo Daniel Boone, ya saben, piel de castor rematada por detrás con la pequeña cola del roedor, pues bien en su caso cuelga a lo largo de la espalda un descomunal rabo de una especie animal imposible de reconocer.
El arranque es prometedor con la ejecución de tres pobres cazadores a instancias de Charles Sullivan, el malvado agente de la Compañía peletera de la bahía de Hudson. Esto llevará a tomar partido al joven Víctor (Martín) en favor de los rebeldes que propician la independencia de Canadá respecto a Gran Bretaña. Dirige la revuelta Leo Limoux y su prometida Sue (Tudor), que raptan a la hija de Sullivan, Anne (Rubini), bella y estirada rubia platino que desprecia todo lo canadiense. ¿Quién va a ser el encargado de la custodia? Lo han adivinado, Víctor, que se la lleva a una casita pequeñita que tiene en las montañas de Canadá. Allí reduce rápidamente el orgullo de la británica cuando ella está a punto de conocer el esplendor en la hierba con un par de mineros sucios que andaban por allí. Y, claro, llega el amor entre el carcelero y su encarcelada que delicadamente le cura el balazo que ha recibido con unas sencillas cataplasmas. Por su parte Víctor olvida enseguida sus antiguos amores con una cantinera estilo Lola la Piconera (Lorys). Más que de triángulo amoroso, en la película tenemos que hablar de un hexágono al completar el último de los lados un pusilánime capitán canadiense.
Hay también buenas escenas de cabalgadas, peleas, balseros por el río o vistosos desfiles con las rojas casacas de la Policía canadiense. Espectaculares escenas finales con sucesivas cargas de la caballería, sable en mano, sobre los valerosos rebeldes. Creemos que normalmente con una caga hubiera debido ser cinematográficamente suficiente, pero como ya debían estar contratados los jinetes y alquilados trajes y caballos, el productor debió pensar que valía la pena amortizar la inversión con seis o siete cargas sucesivas. La del pobre, antes reventar que sobre.
Aun con todo, la película resulta entretenida.
Lafuente Estefanía
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