Tiene que ser una cruz ser director de cine, ser italiano, tocar el western mediterráneo y llamarse Sergio ... Garrone.
Además de algunas cintas de la serie Django conocemos estas "Tres cruces" (1968) y "Una larga fila de cruces" (1969). Demasiadas cruces parecen.
Dos años después de estrenar "El bueno, el feo y el malo" (Leone, 1966), aparecen estas "Tres cruces" con otros tantos personajes que recuerdan vagamente a Tuco y compañía.
Aquí se acaban las similitudes para desgracia de Garrone.
Tres bandidos tabernarios, Jerry (Hill), Reno (Cianfriglia) y Paco (Cobianchi), que acaban lógicamente en la cárcel. Un fraile va apuntando en su libretita, cruz a cruz, los desmanes que cometen. Para rehabilitarlos les propone que hagan una buena acción liberando a un mexicano inocente, Francisco Ortega (Scratuglia), que va a ser ahorcado por un crimen que no ha cometido. Tres cruces buenas para borrar todas las malas que han hecho en su vida.
Historia rara pésimamente contada con un guion caótico y una dirección sin pulso ni ritmo. Una enigmática mujer que no sabemos si es Betty Fletcher o Dolores (Galli) que parece la clave del asunto. Interpretaciones convencionales.
Muchos puñetazos, muchos tiros, cabalgadas por arenales, un alcalde con una chaqueta que parece hecha con una bandera de carreras de coches. Y abundancia de primeros planos y de giros mareantes de cámara.
Total nada de interés.
No la recomendamos, aunque no hace mucha falta la advertencia a juzgar por el poco interés que ha suscitado hasta ahora en FA. No nos extraña.