Solo por el breve monólogo de un jovencísimo Miguel Gila dialogando o reflexionando sobre la guerra en la misma línea que luego usará tantas veces teléfono en mano, merece la pena darle un vistazo a la cinta.
El resto es una comedia musical a mayor gloria de un espléndido Luis Mariano en el papel de Manuel González "Fígaro", el Barbero de Sevilla que lo mismo rapa, que pela, que sangra, que pone sanguijuelas o que saca muelas.
Y que en sus horas libres atruena con su voz la serranía "seducido" por una navaja cabritera. A escuchar su canto se paran diligencias y carrozas que desvalija luego la banda del Cartujano, "El precio justo que deben pagar por haberte oído cantar". Ni más ni menos.
"Sevillano, cantor y soltero". ¿Qué más quieres Baldomero? Pues tener fortuna en los amores. Y Fígaro la tiene. ¡Vaya si la tiene! Lo mismo con mujeres de la alcurnia de Rosina (Godet), que con mozas del temperamento de Pepilla (Sevilla).
Comedia musical de bandidos, soldados, espadachines, cortesanos y piratas. Con algunas escenas buenas como el citado monólogo y otras a cuenta de los corsarios ingleses, que alternan con disparates como el partido internacional de foot-ball que organiza un Fernando Sancho convertido en Milord. Casi nada la del ojo ...
Desde el punto de vista musical hay demasiado Mariano. Sin embargo no están nada mal las escenas de ballet.
Historia disparatada hasta la caricatura, guion retorcido que quiere abarcar demasiadas cosas y realización al servicio del divo y de la joven Lolita.
Buenas interpretaciones entre las que destacan actores de reparto de la talla de Isbert, Gila, Sancho, Penella, Rodero y otros.
Por cierto, otra obra que cierra los créditos con el nombre del productor y no con el del director.
Cinta interesante que gustará a los aficionados a Luis Mariano pero que no deben perderse los seguidores de Gila.