Un revoltijo de personajes, todos bien mezclados presentados así de golpe al comienzo. Un lío.
Poco a poco, atando cabos, te das cuenta que ha muerto el propietario del rancho Hatchet, el más importante de la zona. Momento que aprovechan sus vecinos para intentar hacerse con sus tierras pues para defenderlo solo cuentan con Will Ballard (Cameron), capataz y novio de la sofisticada Lotti (Britton), el inefable Ike Adams (Wills) y con Sam Danfelser (Tucker), consocio y prometido de Celia Evarts (Raines) hija del propietario muerto.
Un lío también de ganaderos al acecho del reparto.
Mal guion y muy deficiente realización que presenta un montón de personajes sin preocuparse lo más mínimo de darles un poco de coherencia o de justificar al menos sus vaivenes.
Lo único que queda un poco claro es la trama sentimental con dobles parejas mal combinadas. Dos buscan con egoísmo la seguridad y los otros dos se muestran inconformistas y luchan por la justicia.
Tampoco las interpretaciones son para tirar fuegos artificiales pese contar con algunos nombres importantes.
La banda sonora incluye de vez en cuando unos ruidos de lo más extraño, como borborigmos. Fíjense.
Se salvan las cabalgadas, los tiroteos, la ambientación y el encanto que tienen estas cintas modestas de comienzos de los 50. Pero no pasa de regular.
Para adictos al género.