Algo parecido pasa con la revolución mejicana, para la que lo mismo sirven bandidos, ladrones que santos. También jefes traidores y mineros yanquis como Iris Gallager (Heflin), que compiten por el amor de la guapa Raquel Noriega (Adams).
La acción tiene una correcta ambientación histórica al final del gobierno de Porfirio Díaz, cuando lucha por el poder en 1910 (en la cinta se cita 1911) con Francisco Madero quien finalmente, cuando los insurrectos toman de la ciudad de Juárez, accede al poder obligando a exiliarse a Díaz. En sus 35 años de gobierno había conseguido grandes logros económicos para el país, pero a base de altos costos sociales. Poco después le disputarán a Madero el poder otros líderes revolucionarios como Emiliano Zapata y Pascual Orozco, el último de los cuales aparece en la película, lo mismo que el definitivo ataque a Juárez.
Tras un arranque fulgurante, es cierto que la obra se hace un tanto lenta y languidece en algunos momentos, pero la belleza de las frecuentes cabalgadas, las caídas espectaculares de los caballos, la gracia de algunos secundarios o la pegadiza música de sabor hispano ("La Adelita" incluida), compensan con creces estos defectos y permiten pasar un buen rato contemplando la cinta.
Un detalle que nos ha parecido curioso. Cuando Gallager se ofrece a extraer una bala a Raquel, explica que corre el riesgo de "morir envenenada". Y es que la medicina galenista consideró durante siglos a las heridas producidas por arma de fuego como auténticos envenenamientos. Como vemos todavía a comienzos del siglo XX los guionistas recordaban esta circunstancia.