Terminada la guerra civil americana, el sargento mayor Bobby Hattaway (Phillips) vuelve a casa y se encuentra que su antiguo amigo Stu Crocker (Spano) es el amo del pueblo. No solo eso, ha arruinado a sus padres y a todas las personas decentes, tiene al sheriff en nómina y, encima, le ha levantado a su antigua novia Constance (Preston).
O sea, una historia cien veces vista, pero presentada aquí envuelta en papel de regalo. Los paisajes preciosos y coloridos, buena fotografía y música agradable. Todo muy cuco ...
¿Los personajes? Pues la bondad más bondadosa a un lado y al otro la maldad más malvada. Pero todos tan guapos ... No hay puntos medios.
Por allí sale un Doctor Norris que cura a un pobre chico tres costillas rotas y una fuerte contusión en la cabeza de una de las agresiones cobardes que vemos.
El desarrollo de la trama sigue los cauces establecidos sin desviarse nada. Todo es previsible y ñoño. Y lento. Y aburrido.
En fin, que tanta mermelada y tanto melocotón en almíbar al final empalaga.
Cinta floja pero bien presentada. Para devoradores de televisión.