Hijo de dos presos británicos castigados a purgar penas menores en Nueva Gales del Sur (Australia) donde se conocieron y casaron al cumplir sus respectivas condenas, Benjamin Hall (Martin) tuvo todo menos una vida fácil. Ni en lo material, vivió buena parte de su corta vida en un pobre rancho, ni en lo sentimental, se casó muy joven con Biddy (Dobbin) que no tardó mucho en abandonarlo con su hijo Henry.
Es una etapa difícil para esta colonia británica tan poco poblada, donde abundan los salteadores de caminos que viven de lo que roban a los viajeros. Roban sobre todo el mineral que extraen de las minas en la fiebre del oro que también se vive allí. Muy pronto se integrará Ben en una de estas bandas de forajidos que, en general, suelen contar con el apoyo que brindan los vecinos de los ranchos y de las pequeñas aldeas del territorio.
La cinta arranca en 1864 cuando el desencantado Ben desea cambiar de vida, poner un océano de por medio y marchar a América. Una vez más este continente como destino soñado. Lo retiene su hijo y la falta de dinero para el pasaje. En este contexto aparece John Gilber (Coffa), viejo compinche que lo convence para volver a las andadas con la ayuda de una nueva incorporación, el joven John Dunn (Lee). Y reanudan sus actividades delictivas.
La ambientación es magnífica, lo mismo en lo que se refiere a los paisajes, amplios y bellamente fotografiados con colores espectaculares, que en lo que se refiere a indumentaria, localizaciones, interiores, iluminación, etc. Excelentes imágenes de bailes y de canciones tradicionales de aquellos colonos.
Obra técnicamente impecable, donde los actores rayan también a buena altura.
El guion sin embargo no está al mismo nivel. Se cuenta con detalle lo que pasa pero sin ahondar en las causas que han llevado a esa situación. Todo parece que deba ocurrir como ocurre de manera inexorable. Este detalle es importante sobre todo si se tiene en cuenta que se narran hechos reales que en Australia han alcanzado la condición legendaria. Y toda leyenda necesita un argumento motor, algo que pueda explicar porqué un hombre adopta una forma de vivir que deberemos admirar. Y aquí no se dice nada de eso, por lo que la cinta resulta fría, pese al drama que se representa en la pantalla.
Western dramático con sabor histórico, con sus cabalgadas, sus amores, sus amistades, sus traiciones y sus tiroteos. Pero estos merecen un comentario aparte. Se ha querido fundamentar la leyenda de Ben Hall sobre la ausencia de asesinatos en todas sus fechorías, cosa que no se puede decir de sus compinches que se llevan por delante a algunos policías ... lo que en buena lógica se debe cargar también en el debe de Ben.
También éste, a su vez, recibió la correspondiente ración de plomo. Alguna bala le será extraída sin anestesia alguna con un cuchillo y unas tenazas por todo instrumental. Estamos en un continente extenso y poco poblado, casi siempre muy lejos de la posible asistencia médica.
Pese a todo lo dicho para nosotros se trata de una buena película que mantiene en todo momento atento al espectador.