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Voto de Lafuente Estefanía:
6
Drama El misionero español Santiago Hernández llega a una región de la India, para suceder al padre Daniel, gravemente enfermo y que fallece pocos días después. Sandem, traficante y usurero, presta dinero a los indígenas, que son obligados a trabajar como esclavos en una mina cuando no pueden pagar sus deudas. Para acabar con esta situación, el padre Santiago se responsabiliza de las deudas de toda la tribu. Pero cuando vence el pagaré que ha ... [+]
22 de febrero de 2022
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Esta aparente perogrullada que se escucha al comienzo de la cinta, indica que cuando los occidentales llegan a Oriente deben estar abiertos a sus costumbres y tradiciones libres de prejuicios.
Es lo que hacen los misioneros que marchan a evangelizar aquellas lejanas tierras. Como el P. Santiago Hernández (Fernán Gómez) cuando llega a la misión de Kattinga (India) para ayudar al P. Daniel (Romea).
Poco a poco se va introduciendo en aquel mundo, consciente que "Un buen puñado de arroz ayuda a digerir el Evangelio", aunque sean las modestas patatas o "chuletas de huerta".
Película que trata de reconocer el mérito de los misioneros y de estimular de paso nuevas vocaciones. Pese a su marchamo proselitista, es una película muy digna que parte de un buen guion y está realizada con la solvencia profesional de Sáenz de Heredia. Excelente asimismo la interpretación de Fernán Gómez.
Se denuncian los abusos que los occidentales cometen con los hindús, la diferencia de castas, el poder de los hechiceros, la dificultades de los misioneros con el idioma (aunque aquí todos hablan un español de Valladolid, vemos de pasada el libro del R.P. Güemes "Vocabulario Hindú"), con el clima, la competencia con otras iglesias como la Anglicana (se aprecia aquí un avanzado ecumenismo entre religiosos de diferentes credos que comparten los mismos problemas).
Los misioneros aplican a menudo sus conocimientos sanitarios a los indígenas, extrayendo muelas podridas con anestesia inyectada, tratan las fiebres, aplican calcio inyectable para picaduras de cobra y otras serpientes, etc.
Sin embargo poco podrán hacer ante la epidemia de peste que llega desde los pantanos vecinos. Los enfermos mueren y lo primero es aislarlos para evitar el contagio indicando con un trapo en la puerta la presencia dentro de apestados. Los síntomas son claros: fiebre, escalofríos y vómitos. Y para combatirlo poco puede el pequeño botiquín de la Misión que apenas tiene bicarbonato, vaselina y tintura de yodo. Menos mal que llegarán las vacunas que ponen los propios misioneros con sus jeringas y agujas que esterilizan hirviéndolas en la cajita metálica donde se guardan.
Se burla alguna de la condición agitanada de los hindúes por el mero hecho de estar rodada en Málaga. Según eso, por la misma regla de tres, también serían gitanos todos los extras de los westerns almerienses. En las imágenes nosotros solo apreciamos la tez oscura de los figurantes, sean hindúes de Málaga o de la Cochinchina.
Película religiosa, de valores humanos, cinematográficamente interesante, característica de una etapa de nuestra historia. Quienes la acusan de estar financiada por la Iglesia o el Estado de entonces, deberían tener en cuenta lo que sería el cine español actual sin las subvenciones y sin los pases televisivos obligatorios.
En fin, ahí está el ejemplo de generosidad, de amor y de servicio a los demás que ofrecen personas que, como el P. Santiago, van dejando su existencia por lugares tan lejanos. Ya lo dice con su ironía característica: "La vida del misionero es dura, tiene sin embargo la ventaja de que es corta".
Lafuente Estefanía
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