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Voto de Lafuente Estefanía:
9
Western. Drama Un hombre es erróneamente condenado a una prisión en donde impera una disciplina atroz. (FILMAFFINITY)
17 de julio de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las secuelas que deja una guerra civil son siempre profundas. Hace más de sesenta años que terminó la de España y seguimos haciendo "memoria" sin terminar de pasar página.
No es por tanto extraño que recién concluida la americana (1867), el veterinario Gilman S. Hanley (Hayden) tenga problemas para ejercer su profesión como civil en el territorio de Kansas. Sus convecinos no olvidan su militancia "rebelde" sureña.
Era de gran importancia el veterinario en el arma de Caballería, casi tanta como la del médico o el cirujano. Gil no debía ser malo, pues incluso atiende ahora dolencias de personas que no pueden acudir a la consulta del Dr. Jennings en la ciudad. Uno de ellos es un malvado soldado sudista que se dedica al pillaje y al robo. Herido, acude a la clínica de Gil que lo atiende sin cobrarle nada a cambio.
Los soldados yanquis que andan en su persecución acusan al veterinario de ayudar a un antiguo camarada, lo someten a un riguroso consejo de guerra que lo considera culpable y lo condena a trabajos forzados en la prisión militar de Hellgate, que da nombre a la cinta en su versión original. En el veredicto pesa mucho su consideración de "rebelde". Otra vez la "memoria histórica".
Una pequeña esperanza se abre cuando apresan al culpable y esperan que reconozca la inocencia de Gil. Todo el vano. Con un pie en el cadalso, el malvado se niega a ello.
Atrás quedan las escenas judiciales para entrar en el drama carcelario que se desarrolla en una especie de Alcatraz subterráneo, solo que en vez del océano la prisión está rodeada por un desierto inmenso. Tanto que el único agua que allí puede beberse llega semanalmente en un carro cargado de cubas.
Magnífica la recreación del ambiente carcelario con los soplones y los líderes, los motines, el intento de "Fuga de Alcatraz" y las consiguientes represalias en el "horno". Pero sobre todo la dureza del director Tod Voorhees (Bond) que tiene muy presente el pasado "rebelde" de su recluso. Ni olvido ni perdón.
Los conocimientos sanitarios del veterinario le sirven para pronosticar enseguida la fobia a los ruidos violentos que padece un ex artillero, la herida interna de otro recluso que sangra por la nariz y la boca. Pero también para ayudar al médico de la prisión, el Dr. Pelham (Bradford), en la epidemia de fiebre tifoidea que se desencadena en el penal. En el dispensario de campaña yace un tercio de los funcionarios y numerosos reclusos están contagiados en las cárceles. Lo peor es que ha tenido que verter el agua contaminada de las cubas y no queda nada para bebida. "Se puede aguantar tres semanas sin comida, pero solo tres días sin agua".
El médico actúa aquí con muy buen criterio, pues la fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa producida por la "Salmonella enterica", cuyo reservorio está en el hombre y se contagia por vía oral o fecal a través de los alimentos contaminados con deyecciones, sobre todo por el agua.
Fracasan cuantos intentos se hacen para traerla de la ciudad próxima. Conocedores de la epidemia del penal la han cerrado con barricadas y reciben a tiros a quienes pretenden entrar. Será precisamente Gil quien explique la necesidad de aislar ("perimetrar" se dice ahora) el foco de la infección en el lugar donde se inició y evitar de esta forma la propagación de la fiebre tifoidea.
Una buena idea y una excelente cinta con un guion muy bien montado que aborda las venganzas y represalias que siguen a todo conflicto civil en los primeros momentos, los inevitables fallos de la justicia humana o la rutinaria aplicación de las leyes militares. Lo mismo podemos decir de la dirección que mantiene en todo momento la tensión dramática y el interés del espectador. Personalidades muy bien trazadas donde contrasta la generosidad de Gil con la mezquindad de su paciente, o la dureza del Mayor que luego se convierte en gratitud. Lo mismo podemos decir de la ambientación y de las interpretaciones con un sobresaliente para Bond.
En resumen, otro grandísimo y desconocido western (veterinario) de los años 50 que recomendamos.
Lafuente Estefanía
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