En 1983 Jacinto Molina/Paul Naschy, dirigía una de sus películas más emblemáticas. El film aunque enmarcado dentro del género del terror, también contiene elementos de cine de aventuras y de espada y brujería. En su historia tienen cabida maldiciones familiares, brujas, hombres lobos, samuráis y espectros.
Realizada en coproducción con Japón es sin lugar a dudas una de la películas más ambiciosas de Naschy. Nos encontramos con un diseño de producción estupendo, al igual que sus interpretaciones, sobre todo Shigeru Amachi, como el sabio encargado de encontrar remedio a la terrible maldición que arrastra Waldemar. Todo aquel que esté acostumbrado a los montajes frenéticos y a los efectos infográficos de hoy en día, es evidente que la encontrará desfasada. Aún así eso no le resta méritos a esta estupenda película fantástica, en todos los sentidos de la palabra, dirigida y protagonizada por un pedazo de artista, que dedicó toda su vida dignificar un género, el fantástico, muchos años antes que Balagueró, Plaza o Amenabar, por citar algunos ejemplos. Merece la pena verla, y descubrir que en este país, hace más de 20 años, hubo algo más que las películas de Pajares y Esteso. Un tipo de cine distinto y de calidad.