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España España · Madrid
Voto de Hernando:
6
Terror. Thriller La familia Davison es atacada por un grupo de asesinos sádicos durante una escapada familiar. Atrincherados en la casa de vacaciones, hacen frente a los asaltantes. Los asesinos enmascarados no contaban con la presencia de Erin, la novia del hijo mayor de los Davison, cuyo misterioso pasado la ha hecho fuerte y muy difícil de matar. (FILMAFFINITY)
19 de septiembre de 2013
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incluso en un momento de la industria del cine en que los géneros se debilitan y sus fronteras se difuminan, sorprende la rapidez con que las películas de terror han ido cambiando de forma con el fin de seguir sorprendiendo y aterrizando al público y, sobretodo, el de entretener y llenar las salas y los bolsillos. En quince años a las películas slasher -esas películas de susto más que de terror, con adolescentes más o menos hormonados a los que acosa un asesino- se han añadido aquellas que, siguiendo la estela oriental, tratan de volver al terror puro infundido mediante atmósferas depuradas (p.e. The Ring con todos sus remakes y secuelas); se sumaron otras, como el Splat Pack o el Torture Porn (las franquicias Saw y Hostel), que en su intento de incomodar al espectador caen sin pudor en límites cercanos al gore más desagradable; y también, aquellas otras películas que partiendo de Holocausto Canibal (Ruggero Deodato, 1980) y pasando por El proyecto de la Bruja de Blair (Eduardo Sánchez, 1999) se han entregado al formato 'Metraje Encontrado', como las franquicias Rec o Paranormal Activity. Y esto sin considerar el bombardeo de apocalipsis zombis o las crepusculadas, más cercanas al fantástico que al terror, o aquellas películas que tratan por su cuenta y riesgo de renovar el género.


En un panorama como este, puede sorprender la recuperación de un denostado slasher por Adam Wingard y su guionista Simon Barret. No obstante, la vuelta por parte de esta producción independiente a la típica historia de una casa asaltada por asesinos/psicópatas, es, aunque no lo parezca, una decisión valiente en busca del entretenimiento. Tú Eres el Siguiente, película a la que acudí bastante escéptico -no soy apasionado al terror en general y menos al slasher en particular- como una de las películas más frescas que he visto del género.

Tú Eres el Siguiente se presenta como la típica historia del género, con sus arquetipos - p.e. mujer asustada e histérica, líder del grupo y pareja de éste (si bien los sexos están cambiados)-, lugares comunes y convenciones. Y como tal es predecible. Tras la primera media hora ya hemos identificado los arquetipos, sabemos quién es el personaje favorito del director (una desconocida y más que correcta Sharni Vinson), y casi podríamos hacer una quiniela bastante acertada del orden en el que van a morir los personajes. Sospecharemos que ha de haber un último giro final, un último “malo”, y predecimos con facilidad en qué va a consistir. Y aun así, obviando los predecibles sustos y pseudosustos, el director juega correctamente con los elementos del género deparando, guiños a La Ventana Indiscreta (Hitchcock, 1954) a parte, alguna agradable sorpresa -p.e. cierto café o alguna trampa.


La película goza también de una macabra ultraviolencia que, por fortuna, escapa del gore pero hará las delicias de los espectadores más ávidos de esa sensación morbosa y desagradable que te desafía a no apartar la mirada. Unos asesinatos que, consciente de que el espectador se sabe todos los trucos del género, se centra más en buscar su anticipación en un negro gag ingenioso y macabro capaz de sorprender antes por la forma en la que llega la muerte que por el momento.

Así, Simon Barret ha añadido a esta historia convencional otros tonos que la hacen distanciarse del género para acercarse a la comedia negra y las historias de venganza. Como es de esperar un grupo de asesinos-psicópatas disfrazados con máscaras de peluche ha decidido asesinar y hacer la vida imposible a los habitantes de una gran mansión. Pero esta vez no son adolescentes hormonados que se han aislado en busca de alcohol y sexo, sino una adinerada familia disfuncional. Y entre matanza y matanza, Barret se divierte burlándose de sus trapos sucios (la ola de asesinatos comienza en plena cena y discusión familiar). En lugar de tener a un “negro gracioso” tenemos para hacernos reír macabramente a un presuntuoso hermano muy dado a los reproches (en todo momento), y empeñado en no morir fácilmente; a la pareja protagonista típica contrapone otra pareja en la que ella es una especie de Chuck Norris con pechos y cara susto y él un gordito cobarde. El resultado son conversaciones tan negras y simpáticas como la última entre esta pareja protagonista.

Gradualmente, sin giros de guión demasiado bruscos, la película cambia el tono completamente y se convierte en un film de venganza. Como cuando en un momento lúcido de nuestras pesadillas tomamos el control y damos la vuelta a nuestro sueño. Es entonces cuando se desvela la humana naturaleza de los crímenes y los asesinos se quitan las máscaras para mostrar que no son meros psicópatas con una entidad casi sobrenatural. Ahora empieza la diversión. Continúa la matanza.


Termina la película en un buen clímax con todos los elementos del film y queda un agradable sabor de boca. Más que un ejercicio de tensión e incluso miedo -que en cierta medida y en pequeñas dosis algo hay-, Wingard y Barret nos han ofrecido algo fresco, entretenido y hasta divertido. Qué importa que, como suele ocurrir en estas películas, no haya más donde rascar.
Hernando
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