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Voto de piensaencines:
7
Thriller Jim Grant (Robert Redford), un antiguo activista radical, vive ahora de forma anónima con su hija en los alrededores de Albany, en Nueva York. Pero su tranquila vida dará un vuelco cuando Ben Shepard (Shia LaBeouf), un joven periodista, revela su paradero al FBI, que llevaba buscándolo tres décadas por su participación en el atraco a un banco. Thriller político basado en la novela homónima de Neil Gordon. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2013
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí señores, y señoras por supuesto, Robert Redford ha vuelto, no sé para qué, pero lo ha hecho.

Robert Redford es ese señor actor, o algo parecido, que luego se metió a director, o algo parecido. Que ya no tiene expresión en rostro de tanto como se le ha estirado (aunque nunca tuvo demasiada, la verdad), y que sufre el "síndrome de Paul McCartney" (que antes parecía un hombre y ahora parece una señora mayor).

Ha vuelto, dirigiendo y protagonizando "PACTO DE SILENCIO", adaptación de una novela negra de Neil Gordon. Y no le ha quedado del todo mal.

Posiblemente, si se hubiese limitado a dirigirla y hubiera tenido la suficiente cabeza y sentido del ridículo para no protagonizarla, le hubiese quedado mucho mejor. Pero si queremos verla, tenemos que sufrirle en pantalla. Esa es la palabra: Sufrirle.

Por mucho que se empeñe, Robert Redford tiene 77 años, y aparenta esos y más, lo cual no tiene nada de malo, salvo cuando intenta hacerse pasar por alguien de 60 años. De entrada ya no es creíble. Más con su rostro absolutamente inexpresivo. Incluso en una escena, su hija en la película le pregunta: "¿eso es una sonrisa papá?". Un perfecto resumen de su interpretación...sin entrar en otros matices más crueles.

Por si eso fuera poco, se rodea de un reparto espectacular, de actores espectacularmente buenos, que dejan aún más en evidencia su incapacidad interpretativa.
Salvado el escollo de su protagonismo, nos queda el de su dirección.

Nunca ha sido un buen director. No dirige bien. Tampoco especialmente mal. Del montón.
Le falta garra, le faltan recursos, le falta personalidad, le falta sobre todo honestidad y modestia. Siempre quiere que las cosas parezcan más de lo que son.

Pero hay una cosa que sí hemos de agradecerle: debido a su peso y prestigio en Hollywood, todo el mundo se pega de tortas por trabajar con él. Gracias a eso tenemos este impresionante reparto de actores grandes, incluso algunos inmensos, que sí tienen la edad que quieren representar.

Un reparto que muchos matarían por conseguir.
Pequeños papeles, con mayor o menor peso, que convierten la película en un desfile continuo de monstruos sagrados la pantalla (que no estrellas).

Abre el festín Susan Sarandon, ese animal capaz de atravesarte el alma con una sola mirada. Toma el relevo Chris Cooper, comedido y convincente como siempre. Stanley Tucci con su eterno aire de bonachón, un envejecidísimo Nick Nolte en un par de pequeñas escenas, Julie Christie, Richard Jenkins, Sam Elliott,...Brendan Gleeson todos ellos con una presencia apabullante. Pero en la parte juvenil no les desmerecen en absoluto Shia LaBeouf, verdadero protagonista de película, Anna Kendrick, y sobre todo esa especie de musa del cine independiente e inmensa actriz que es Brit Marling.

Aparte del festín interpretativo, la película, por lo que sea, funciona. Es un poco un thriller político, un poco una película policiaca, un poco un drama...es un poco de todo sin decantarse nunca del todo por nada.

A pesar de que el guión vaya un poco a trompicones, y se le vea un poco el plumero, la historia tiene vida propia y se cuenta por sí sola. Ahí es donde se nota su base novelística.

A pesar, también, de la poco inspirada dirección, consigue convertirse en un thriller un poco por encima de la media (de la media más mediana, nunca de la liga profesional), y posiblemente hasta le recordemos dentro de unos años.

A destacar también la estupenda banda sonora de ese genio del minimalismo electrónico que es Cliff Martinez (habitual de Steven Soderberg), aunque bastante mal gestionada (por aquello de la dirección torpe).

En definitiva, una guiso que funciona gracias a unos ingredientes de primerísima calidad, aunque el cocinero se empeñe en estropearlo.
piensaencines
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