La saga clásica de "Star Trek" tocó fondo en esta quinta entrega dirigida por William Shatner, o mejor dicho el capitán Kirk, aunque la culpa de esta debacle no fue suya, si no de un guión descafeinado ausente de toda épica y en el que ni siquiera nuestros queridos personajes hacen gala de su radiante carisma.

El desarrollo de acontecimientos es incoherente y no provoca la más mínima tensión, y el villano de turno queda relegado a un segundo plano, incluso por detrás en relevancia de las excursiones campestres de los protagonistas. Una piedra en el camino galáctico que marcó el inicio del fin de la tripulación original del Enterprise.

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