Luego de dos episodios previos absolutamente insufribles, el gilastrún de Christopher Nolan logra remontar algo de vuelo con esta película que viene a cerrar su trilogía sobre Batman. La verdad es que sorprende de veras que mejore justo cuando se acaba. Hasta Christian Bale se luce un poco más que en las anteriores, aunque tiene que ver que es menos una película sobre Batman que sobre Bruce Wayne, e interpretando a éste no tiene problemas, hacer de superhéroe es lo que no le va. Pero, encima, el guión maneja unas cuantas ideas muy interesantes: Batman lleva años inactivo, y cuando Wayne lo quiere regresar, Alfred, nuevamente interpretado por el siempre eficaz Michael Caine, se declara en huelga. Ronda por allí algún candidato a transformarse en Robin, y por cierto que sería el primero en resultar interesante y digno, en vez de ridículo e insoportable. Anne Hathaway, por su parte, juega aceptablemente su rol de Gatúbela, aun sin resultar tan sexy como Julie Newmar o Michelle Pfeiffer, por nombrar a dos de sus predecesoras -las más famosas, sin duda- en ese papel. El villano Bane, aquí encarnado por Tom Hardy, luce mejor aquí que en la grotesca BATMAN Y ROBIN, donde lo había interpretado el finado Jeep Swenson; pero la verdad, no hacía falta mucho para que así fuera. Pero los dos méritos más notables son, en primer lugar, la inclusión de un tercer villano/a, que descuella por encima de los otros dos...