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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · Villacanicas del Hoyo
Voto de McCunninghum:
7
Comedia. Drama Atrapado en una encrucijada vital, Roger Greenberg (Stiller) decide mudarse durante una temporada a casa de su hermano, en Los Ángeles. Allí, entabla una insólita relación de amistad con la ayudante de éste, Florence, que aspira a ser cantante. El noviazgo de Florence y Greenberg, aparentemente maravilloso, es bastante precario e inestable. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2010
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el ya pretérito siglo 20, un joven Noah Baumbach pertrechaba sus primeras películas sin demasiada fortuna, antes de dar en el dique seco de la autoría y buscarse los cuartos como guionista y escritor de diálogos. Comedias caracterizadas por un peterpanismo post-campus universitario o un onanismo judío y neurótico, los primeros filmes de Noah (Kicking and screaming (95) y Mr. Celos (97)) apenas dejaron huella en la memoria cinéfila colectiva. Durante años nadie volvió a ofrecerle una mísera oportunidad, hasta que el cándido y muy independiente Wes Anderson se cruzara en su camino, produciendo su autobiográfica Una historia de Brooklyn (05), la vuelta al ruedo de Noah tras ocho años. Con Anderson, Noah participaría en el guión de La vida acuática (04) y en su última y maravillosa Fantástico Mr. Fox (09) (una de las mejores películas en lo que llevamos de año al decir de Manu Yánez, y que quien esto escribe suscribe). Así, redimido por Anderson para el cine, el retorno de Baumbach se ha consolidado, antes con Margot y la boda (07) y ahora con Greenberg, ambas obras que demuestran la madurez de un autor que ha abandonado el ombliguismo y la pose intelectual que lastraba aún su primer film del siglo 21.
Como la(s) de Wes Anderson (o la de Todd Solondz o la de Judd Appatow o la de Miranda July), esta tragicomedia de Baumbach, escrita a cuatro manos entre Noah y su mujer y musa Jennifer Jason Leigh, gira en torno a sujetos o grupos familiares disfuncionales, con una querencia por los personajes fracasados y/o inadaptados sociales. En este caso, el personaje interpretado por Ben Stiller es un paciente recién salido del frenopático por una rara dolencia: perdió la movilidad de las piernas de forma psicosomática, por su propia angustia. Vuelto a casa de su hermano por una temporada con el fin de “no hacer nada” y cuidar del perro mientras su familia política veranea en Vietnam, Roger Greenberg conoce a Florence, la asistenta de la casa recién salida de una larga relación, con la que vivirá una neurótica y rarificante historia de amor, salpicada por sus paranoias. No exenta de ternura, la historia que Noah nos cuenta se aleja mucho de una cinta romántica típica, tomando por momentos un cariz cruel y sádico: más que agridulce, la de Noah es una comedia “trilce”, si se me permite citar aquí a César Vallejo y su juego de palabras entre triste y dulce. Más allá de la falsa disfuncionalidad de las junos y las miss sunshines, la de Greenberg está transida por una especie de autenticidad que invade cada plano, alcanzando instantes de verdadera conmoción, algo a lo que no es ajena la incorporación de Stiller, todo un ejercicio de dramatización de una cara estólida al estilo Jim Carrey en El show de Truman (98), de Peter Weir; o Adam Sandler en Embriagado de amor (02), de P.T. Anderson, genial film con el que Greenberg tiene no pocos puntos de encuentro, además del logro de sus dos actores protagonistas.

(continúa en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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