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Reino Unido Reino Unido · londres
Voto de frank drebin:
8
Drama. Romance Vittoria (Monica Vitti), tras una acalorada discusión, decide romper con su novio Riccardo (Francisco Rabal). Mientras disfruta de su libertad en compañía de su madre, conoce a Piero (Alain Delon), un joven y atractivo corredor de bolsa, un seductor arrogante con el que mantiene un apasionado romance. (FILMAFFINITY)
31 de octubre de 2007
93 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay momentos en la vida en los que, a pesar de que suene cursi, te sientes pleno. El cine tiene la capacidad de regalarnos alguno de vez en cuando. Son estos momentos (los del cine) en los que la piel se te pone de gallina, se te forma un nudo en la garganta y sientes ganas de llorar; pero no llorar por la intensidad del drama, o por lo mal que lo pueda pasar algún personaje, sino llorar de emoción por pensar: "Esto del cine... es lo más hermoso".

Hasta ahora, mis momentos eran pocos (como para cualquiera, pues no es fácil conseguir este sentimiento tan a menudo):

1. El final de "Luces de ciudad", de Chaplin.
2. El primer beso entre Redmon Barry y la Señora Lyndon en la terraza, en "Barry Lyndon", de Kubrick.
3. Las escenas interiores en la casa de "El desprecio", de Godard.
4. El voyeurismo de Xavier Lafitte en el café de "En la ciudad de Sylvia", de Guerín.
5. El duelo final de la repetida "Barry Lyndon", del repetido Kubrick
6. El flashback en plano secuencia de "Pierrot, el loco", de Godard (otra vez)

Y, quizá, alguno más que ahora mismo no recuerdo. Pero, sí que recordaré como una de las más grandes, la primera escena de "El eclipse", entre Monica Vitti y Paco Rabal. El silencio, la soledad a pesar de estar ambos entre las mismas paredes...

A partir de esta joya de secuencia, el aburrimiento se apodera del metraje. La soledad y lo absurdo de estar en pareja se hacen visibles. El agotamiento de vivir es el verdadero personaje principal. Y eso es lo que Antonioni nos transmite. ¿Para qué sirve ganar un día en La Bolsa, si al día siguiente puedes perderlo todo? En definitiva, ¿para qué sirve tener pareja si al día siguiente puedes no tenerla?

O como nos muestra Antonioni en sus últimas, pesadas, difíciles, pero magistrales imágenes: ¿para qué sirve vivir, si al final lo que queda es un paisaje?
frank drebin
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