Hermosa y modesta miniatura de animación, poco más que una instantánea que condensa todo el dolor al que se enfrentan unos padres que se ven privados de su hija. Minimalista solo en apariencia, sin diálogos y con un uso magistral de la música, algunos ven este cortometraje como pieza política intentando conmover conciencias, pero yo creo que es otra cosa; es la plasmación de ese dolor que es un abismo más que otra cosa, un dolor que solo pensar en él produce vértigo. Un vértigo inasumible de consecuencias muchas veces devastadoras para los supervivientes, y que esta producción documenta, asistiendo el espectador a sus intentos por recomponer los trozos y seguir adelante de alguna manera.

Y es que, como decía el poeta César Vallejo, "Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!".

De eso y no de otra cosa es de lo que trata este corto.

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