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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
6
Drama. Romance A pesar de que Adam y Mary se aman, de repente, deciden separarse. Tienen más de sesenta años, una edad que les permite compaginar eficazmente sus relaciones con hijos, nietos, trabajo y amigos. Pero, de repente, ambos descubren que ya han entrado en la vejez. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut de Julie Gavras, aunque no vaya a significar un gran acontecimiento, llama la atención por evitar convertirse en la típica y tópica producción con aire televisivo. Es una película sencilla y en la que se nota aprecio por sus personajes, pero en su contra parece que no termina por decidir su estilo, si comedia agridulce o introspectiva, aunque su alegre y lograda banda sonora insista en “agradar” al espectador en un tono desenfadado, casi de cabaret. Quizás haya influido el hecho de escribirla en francés, traducirla y luego rodarla en Londres. El caso es que aunque Gavras no se pierde en insustancialidades tampoco ahonda en su planteamiento, sobre todo en las historias de infidelidades donde no se dan detalles si repercuten o no en sus personajes. Pero también hay momentos logrados o divertidos como las escenas relacionadas con los ejercicios de “acquafresh”.
El mayor acierto son sus actores: Isabella Rossellini sabe reírse de sí misma y es capaz de que le hagan planos que a una veinteañera poco favorecerían, pero que ella saca buen partido interpretativo, además de un espléndido lucimiento físico nada artificial, junto a un William Hurt comedido, menos paródico que su partenaire por la naturaleza de su personaje pero logrando un buen trabajo. El resto del reparto cumple eficacia, especialmente Doreen Mantle, aunque la longitud de su papel de Nora nos sabe a poco. Y es que se agradece la ausencia de personajes asiliconados como en la mayoría de las películas actuales.
Quizás el motivo principal por el que “Tres veces veinte años” no esté más formada, tenga más peso, sea porque Julie Gavras ha sido condescendiente con ese mundo burgués en el que se mueven sus personajes. No dudo que lo conozca, pero lo ha respetado demasiado y no lo pone en tela de juicio, solo a sus personajes y sus reacciones. Alguien con “una edad y una madurez” quizás hubiera sido más ácido también con el estrato burgués y con sus falsas convicciones establecidas. Pero aún así Gavras ha demostrado personalidad y mostrar que su punto de vista, al menos, es el de una observadora con cierta sensibilidad, que es lo básico a la hora de narrar.
Maggie Smee
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