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Voto de Maggie Smee:
6
6,0
76
Comedia
El artista transformista Juan Moreno, gitano del Sacromonte, se debate en una encrucijada vital. Él siempre aborrece a García Lorca por su estereotipada visión de los gitanos, pero tiene un sueño que gira en torno a su poema Son de negros en Cuba. A partir de esta experiencia comienza a sentirse inexplicablemente identificado con la obra del poeta... Tanto, que termina adquiriendo una nueva y explosiva personalidad: la de Juana la ... [+]
16 de junio de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue mi amiga Mercedes, a la que no le apetece ser cinéfila de películas profundas pero es muy aficionada al cine de evasión, la que afortunadamente, sin querer contarme nada, me recomendó esta “Juana la Lorca”. Me intrigaba ver este “experimento” nada común y saber si a mí me iba a interesar o me iba a provocar rechazo.
Creo que la base de la idea, sin tener conexión de ningún tipo excepto por el modelo a seguir, habría que buscarla en “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!” (salvando las distancias) y sobre todo en las obras de Paco León como “Carmina o revienta” y su secuela, (que son superadas en esta ocasión), es decir, mezclar datos autobiográficos con ficción y elaborar unos personajes que se amolden a los protagonistas que los van encarnar.
Con escasez de presupuesto, sin una distribuidora detrás, sin posibilidad de exhibición comercial en cines y en consecuencia, con ausencia total de medios, con una trama simple sazonada con “gags” de todos los colores, donde parece que se va homenajear desde a “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” a al Almodóvar más gamberro de sus inicios, no llega a ser ni lo uno ni lo otro, porque adquiere identidad propia y donde le han echado, aunque no lo parezca, mucho arrojo.
Valeriano López Domínguez en su guion y su dirección siempre barre para Juan Herrera y el resto del reparto, que en todo momento juegan a crear el disfrute, con un aire que a veces roza la improvisación o quiere dar ese aire de forma acertada. No se complican la vida con pretensiones, ni su director ni el reparto, y todo va proyectado en beneficio de la obra que tiene cierto tono “carnavalero”. Me he pensado mucho la deficinición, pero no me sale otra.
Hay cosas que funcionan más que otras: ese rompimiento de la ficción hablando a cámara, utilizado mil veces desde hace tiempo o discusiones con el director, contrastan con los momentos más logrados cuando, sobre todo su protagonista, Juan Herrera, se muestra más dramático, parece estar más cómodo o las escenas que transcurren en el sitio donde actúan como artistas.
Para mí, y esto es muy personal, se salva por el desenfado que le echan y por contar algo diferente, quizás sin tener la certeza de acertar y muy posiblemente de molestar al público más exigente, pero teniendo, como hemos dicho antes, el arrojo y muchas ganas, ya que no contaban con ningún respaldo, de hacer lo que más les podía gustar, pero nunca desbarrando. De hecho me quedo con la sensación de que su última parte la cosa se desinfla un poco, es menos alocada y pretenden tomársela un poco en serio, darle a su cierre cierta forma “académica”.
“Juana la Lorca” es un cine andaluz inusual. La pena es que puede estar condenada al ostracismo, pero con el paso del tiempo no dudo que pueda llegar a ser película de culto, y no estoy exagerando. Los defensores de esta curiosidad no solamente se podrán encontrar entre transformistas, “drags”, gais o admiradores de lo surrealista, es que pienso que, en el fondo, es un cine más comercial de lo que aparenta y que tiene más interés que muchas comedias sin gracia o películas, en general, que pretenden ser más de lo que realmente son, eso sí, muy puliditas y promocionadas, pero sosas y olvidables de las que hay cajones llenos.
Aún a sabiendas de que haya quien me lo recrimine, “Juana la Lorca” es una interesante película que todo aficionado a rarezas y a un cine libre debe ver, hecho con desparpajo, que no morro gratuito. Un pasatiempo fresco, con momentos divertidos, que merecería correr más suerte en su incierta carrera comercial. Y paso brevemente al spoiler.
Creo que la base de la idea, sin tener conexión de ningún tipo excepto por el modelo a seguir, habría que buscarla en “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!” (salvando las distancias) y sobre todo en las obras de Paco León como “Carmina o revienta” y su secuela, (que son superadas en esta ocasión), es decir, mezclar datos autobiográficos con ficción y elaborar unos personajes que se amolden a los protagonistas que los van encarnar.
Con escasez de presupuesto, sin una distribuidora detrás, sin posibilidad de exhibición comercial en cines y en consecuencia, con ausencia total de medios, con una trama simple sazonada con “gags” de todos los colores, donde parece que se va homenajear desde a “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” a al Almodóvar más gamberro de sus inicios, no llega a ser ni lo uno ni lo otro, porque adquiere identidad propia y donde le han echado, aunque no lo parezca, mucho arrojo.
Valeriano López Domínguez en su guion y su dirección siempre barre para Juan Herrera y el resto del reparto, que en todo momento juegan a crear el disfrute, con un aire que a veces roza la improvisación o quiere dar ese aire de forma acertada. No se complican la vida con pretensiones, ni su director ni el reparto, y todo va proyectado en beneficio de la obra que tiene cierto tono “carnavalero”. Me he pensado mucho la deficinición, pero no me sale otra.
Hay cosas que funcionan más que otras: ese rompimiento de la ficción hablando a cámara, utilizado mil veces desde hace tiempo o discusiones con el director, contrastan con los momentos más logrados cuando, sobre todo su protagonista, Juan Herrera, se muestra más dramático, parece estar más cómodo o las escenas que transcurren en el sitio donde actúan como artistas.
Para mí, y esto es muy personal, se salva por el desenfado que le echan y por contar algo diferente, quizás sin tener la certeza de acertar y muy posiblemente de molestar al público más exigente, pero teniendo, como hemos dicho antes, el arrojo y muchas ganas, ya que no contaban con ningún respaldo, de hacer lo que más les podía gustar, pero nunca desbarrando. De hecho me quedo con la sensación de que su última parte la cosa se desinfla un poco, es menos alocada y pretenden tomársela un poco en serio, darle a su cierre cierta forma “académica”.
“Juana la Lorca” es un cine andaluz inusual. La pena es que puede estar condenada al ostracismo, pero con el paso del tiempo no dudo que pueda llegar a ser película de culto, y no estoy exagerando. Los defensores de esta curiosidad no solamente se podrán encontrar entre transformistas, “drags”, gais o admiradores de lo surrealista, es que pienso que, en el fondo, es un cine más comercial de lo que aparenta y que tiene más interés que muchas comedias sin gracia o películas, en general, que pretenden ser más de lo que realmente son, eso sí, muy puliditas y promocionadas, pero sosas y olvidables de las que hay cajones llenos.
Aún a sabiendas de que haya quien me lo recrimine, “Juana la Lorca” es una interesante película que todo aficionado a rarezas y a un cine libre debe ver, hecho con desparpajo, que no morro gratuito. Un pasatiempo fresco, con momentos divertidos, que merecería correr más suerte en su incierta carrera comercial. Y paso brevemente al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
SPOILER
Creo que uno de los momentos más logrados es cuando uno de los personajes, en la pista de la discoteca toca los palillos mientras echa una meada. Es el momento en que, sin ser puerca o explícita, se homenajea involuntariamente a John Waters o con el Almodóvar de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. Es muy cañí.
Comentar que el pene que aparece entre los créditos finales sobra. No es por nada. Yo no me asusto, en absoluto, incluso me parece estupendo. Pero es como el pene que aparece en los créditos iniciales de “Cachorro”, innecesario y que casi, por ese plano de segundos, casi les arruina la carrera comercial porque no “casaba” con el tono de la película. De hecho me han comentado que en las copias actuales que circulan, ese plano ha sido censurado. Pero esa censura “voluntaria” es otro tema, más lastimoso y por supuesto más peligroso.
Creo que uno de los momentos más logrados es cuando uno de los personajes, en la pista de la discoteca toca los palillos mientras echa una meada. Es el momento en que, sin ser puerca o explícita, se homenajea involuntariamente a John Waters o con el Almodóvar de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. Es muy cañí.
Comentar que el pene que aparece entre los créditos finales sobra. No es por nada. Yo no me asusto, en absoluto, incluso me parece estupendo. Pero es como el pene que aparece en los créditos iniciales de “Cachorro”, innecesario y que casi, por ese plano de segundos, casi les arruina la carrera comercial porque no “casaba” con el tono de la película. De hecho me han comentado que en las copias actuales que circulan, ese plano ha sido censurado. Pero esa censura “voluntaria” es otro tema, más lastimoso y por supuesto más peligroso.