Haz click aquí para copiar la URL
España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
8
Drama Tras 25 años cosechando éxitos y gozar de fama mundial, y en plena preparación de un concierto para celebrar su cuarto de siglo profesional, el futuro de un cuarteto de cuerda de Nueva York recibe un duro golpe que puede poner en entredicho su supervivencia. El violonchelista de la formación está padeciendo los primeros síntomas del Párkinson, una enfermedad que en poco tiempo pondrá fin a su carrera como intérprete. La incertidumbre ... [+]
24 de agosto de 2013
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se cuenta una breve sinopsis de la película, la reacción entre la gente es, además de variada, muy delatora: Un experimentado cuarteto de cuerda aspira tocar a la perfección el Opus 131 en Do menor sostenido de Beethoven, así, por ejemplo, sin destripar demasiado. Y dicho lo cual saltan los prejuicios culturales (los palomiteros más descerebrados dirán que es un tema para “gafapastas”) o bien surge el posible interés por el tema para los más curiosos, aunque sea meramente debido a su originalidad con respecto a otros títulos habituales. Y es creo la postura más acertada, porque si no se la pierden. Recuerdo en estos momentos una entrevista a Woody Allen donde comentaba que fue a ver lleno de expectación “Todas las mañanas del mundo” porque la protagonista era una viola de gamba, lo cual le pareció fascinante, y salió encantado. Y de eso hace ya décadas. Quiero decir que “El último concierto” no es un film elitista, ni “cultureta”, aunque sea muy neoyorkina y su ambiente sea refinado. Es un film emotivo, si se quiere incluso un regalo para los profesionales que sean artistas (no solamente músicos) pero donde se habla del tesón y del esfuerzo, de la superación personal y de la vida en sí, pero sin grandilocuencia, con mucha verdad. Yaron Zilberman sabe de lo que habla aunque ha sido ambicioso en su objetivo, como hubiera hecho Paul Thomas Anderson. De hecho puede pecar en algunos aspectos de frío, como siempre le achacan a un debutante, pero creo que su intención ha sido valiente, muy bien pensada, y por ello creo que me merece más adulación que reparo. Importante sería destacar que no es un film coral “de actores haciendo de músicos”, son actores que encarnan a músicos, que es algo muy diferente. Para ello se han entrenado a fondo con profesores, no para un lucimiento espectacular, sino en función a la historia, que es bien distinto. No hay en ella grandes alardes interpretativos a cámara pero sí grandes actuaciones, contenidas en muchas ocasiones, y donde no solo el sonido o los silencios están muy medidos, si no también la voz y sus inflexiones de voces. El trabajo actoral parece ser que no ha sido muy llamativo para el gran público pero sin duda, para el que entienda bien del tema, esto es todo un lujo. Es imperdonable que no se hayan fijado en ellos para los renombrados Oscars, porque Mark Ivanir, Imagen Poots o Hoffman hacen un gran trabajo. A Catherine Keener ya va siendo hora que de una vez por todas reconozcan su valía, porque cada día lo hace mejor, y sobre todo Christopher Walken, que solo por su intervención final merecía mucha más atención y halagos. Será que se lo estarán guardando para su próxima película con Eastwood donde le van a resarcir de tanto olvido. Y por último comentar que entre los agradecimientos mencionan a “nuestro” Javier Aguirresarobe, uno de los maestros de la fotografía. Yo de camino también, porque le respeto y le agradezco que en su vida personal sea tan cortés como profesional, y cuanto menos es tan “agradecido” como cuenta Walken sobre Pau Casals en la película. Dicho queda.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow