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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
9
Drama Biopic de la obra y vida de la gran Emily Dickinson, una poetisa que paso la mayor parte de su vida en casa de sus padres en Amherst, Massachusetts. La mansión en la que vivió sirve de telón de fondo al retrato de una mujer nada convencional de la que se sabe muy poco. Nacida en 1803, fue considerada una niña con talento, pero un trauma emocional la obligó a dejar los estudios. A partir de ese momento, se retiró de la sociedad y empezó ... [+]
8 de octubre de 2016
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se estrena “Historia de una pasión” en nuestro país, tras pasar casi de puntillas por Berlín y San Sebastián. No es que los premios sean fundamentales, ya todos lo sabemos, sobre todo cuando muchas veces se otorgan casi por capricho o imperativos, pero lo cierto es que tratándose de una película tan personal y tan escasa de publicidad bien le hubiera venido alguna mención para su carrera comercial.
Es la última película realizada hasta el momento por Terence Davies, que casualmente cumple cuarenta años como director y guionista, y que, contando con sus cortos, su filmografía se reduce a una docena de títulos. Personalmente, dentro de lo poco que lo conocemos, es un señor educado, inteligente, con fino sentido del humor e interesado por muchas cosas, además de modesto. Profesionalmente, en algunas ocasiones más que otras y de alguna manera, ha sido capaz de plasmar estas virtudes en su obra, además de haber demostrado en todo este tiempo que es fiel a sí mismo, y como buen autor, con identidad reconocible, sin nunca venderse a modas caducas o a proyectos que no le interesaban.
Antes de nada señalar que se ha hecho una traducción de su título no muy acertada y que, erróneamente, podría atraer a un público que no le corresponde, porque más que “Historia de una pasión” es “Una pasión silenciosa”, algo que reflejaría más su carácter intimista. He de decir, y que a falta de ver “Sunset Song”, su trabajo anterior, al menos para mí, se trata de su mejor película rodada hasta la fecha. Me ha emocionado. Y me ha emocionado mucho no porque sea triste, sino también por su exquisitez y su hermosura (que no preciosismo barato), su notable guión plagado de preciosas frases sin caer nunca en la cursilería y porque se trata de un inusual retrato sobre la sensibilidad de una mujer, la escritora Emily Dickinson. Pero está tan bien descrita (y escrita) que no solo es extensivo a las mujeres en general que la rodeaban, en la que vemos sus dudas o limitaciones, si no cómo debían ser sus actitudes propias, como regían en el siglo XVIII en la alta burguesía norteamericana. Lo bueno es que tiene vigencia en la actualidad, porque aunque muchas cosas hayan cambiado en la superficie y muchas de sus costumbres, la esencia de la feminidad es palpable, además de otras luchas que se nos cuentan, incluyendo la espiritual, siguen siendo igualmente reconocibles.
Tiene un notable guión que está espléndidamente dirigido por Terence Davies. Algunos podrían tacharla de teatral o de pastiche británico. En absoluto. Como decíamos anteriormente, es un brillante ejercicio intimista, nada espectacular, más cercano a la “desnudez y simpleza” de Dreyer que al cine de Ivory o del oscarizado Tom Hooper. Se nota que está pensada y ensayada, como salen bien las cosas. Valgan por ejemplo las escenas de las sesiones de fotos o en la que Emily y su hermana Vinnie sirven al reverendo Wadsworth y su esposa, aparentemente irrelevante, pero que encierra un espléndido juego de miradas y gestos. Es una película sobre todo para actores.
Cuenta con un espléndido reparto, la verdad es que todos están muy bien, desde Jodhi May, actriz que desde su destacado debut en “Un mundo aparte”, demostraba que estaba dotada para esto, Keith Carradine o Joanna Bacon a papeles más destacados como la estupenda Jennifer Ehle o, por supuesto, su protagonista, Cynthia Nixon, en una impresionante labor que merecería todos los honores y que no pasara desapercibida, capaz de dar las luces y las sombras de su personaje con gran honestidad.
Rodada en Amherst, Massachussets, en casa de Emily Dickinson, esta inusual producción inglesa en coproducción con Bélgica, posee una gran banda sonora, porque como film de Davies que es, también tiene sus momentos musicales. No se trata de un musical del Hollywood dorado, el cual por cierto Davies adora. Es un estilo de musical “diferente”, introspectivo y con cierto halo nostálgico, con cierta reflexión, y que ha contado con la Filarmónica de Bruselas. Su vestuario, a pesar de lo limitado de su presupuesto, luce, y lo más importante, sus actores saben moverse con ellos, no están encorsetados ni tampoco disfrazados.
En definitiva, película hermosa y dolorosa, que a pesar de ser comedida en presupuesto y ambición, será grande para una gran minoría, posiblemente integrada por aficionados a la literatura romántica, antropólogos, estudiosos de la época y actores de rigor, sobre todo del teatro clásico. Lo dicho, una minoría, y que carece de aire gafapasta, prejuicio con el que puede ser calificada por los más insensibles descerebrados que engullen cine sin saber paladear.
Maggie Smee
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