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Voto de Francisco Javier Millan:
8
Aventuras. Comedia El tímido empleado de una editorial consigue evadirse de su gris existencia imaginando que es el protagonista de grandes aventuras; un día, su sueño se hace realidad cuando conoce a una misteriosa mujer que le implica en una peligrosa misión... Remake de ‘La vida secreta de Walter Mitty’ (1947), película dirigida por Norman Z. McLeod e inspirada en un relato de James Thurber. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2014
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada menos que 66 años separan a esta película de la protagonizada por Danny Kaye en 1947. Dos épocas bien distintas, la primera bajo la sombra de la II Guerra Mundial, y la nuestra, por una situación social y económica, que no solo vive una crisis de índole monetario, sino también de valores humanos y morales.
Dentro de este marco, Ben Stiller afronta su trabajo más personal, no solo como actor, sino también como director, otorgando una película, que no solo se aleja de la original, sino que la convierte en un vehículo de transmisión de positivismo a raudales y de sobre todo, una sensación constante de amor por la vida.
En ella hay dos películas bien diferenciadas, la que transcurre en el tedioso y gris trabajo de oficina, y la de los grandes y fantásticos viajes por el mundo.
El día a día de Mitty es aburrido y sin alicientes, en una revista como “Life”, que no es ni de lejos el reflejo de su propio nombre. Una empresa que ha perdido sus valores fundacionales, en detrimento de una colección de jóvenes directivos que son el fiel reflejo de la idea, de que en un trabajo estás para ganar dinero, y nada más. Gran error.
Hay que tener en cuenta que en nuestra vida cotidiana, pasamos muchas más horas en el trabajo, que con nosotros mismos, y tratar a la gente exclusivamente como un medio para ganar más y más dinero es algo alineante y sin sentido.
Y ¿quién no se ha sentido inadaptado en uno de estos grupos?. Muchos sin duda, muchos somos Walter Mitty. Yo al menos lo fui durante mis años como vendedor en un gran almacén, lugar donde veía día tras día, que mis ilusiones por vivir y desarrollarme como persona, eran arrojadas por el retrete.
Pero harina de otro costal es el lado fantástico de nuestra imaginación, la que nos permite viajar a lugares lejanos y vivir aventuras extraordinarias. Alejarnos por un momento de nuestra gris existencia.
Y es en este punto donde la película coge el vuelo y se convierte en una aventura vitalista repleta de situaciones que harán pensar a más de uno y cansarán (hasta el hartazgo) a muchos otros.
La carga filosófica de su mensaje es alta, muy por encima de la media de los títulos que llegan de los grandes estudios. Es algo así como una película de autor, llena de grandes mensajes trascendentales, pero envuelta para su consumo fácil por parte de los espectadores mayoritarios. Me echo a temblar al pensar que hubiera hecho gente como Terrence Malick con semejante material.
Los dos grandes viajes, Groelandia/Islandia y Afganistán, son una preciosa postal no solo de paisajes sino de nuestro interior más profundo.
Y es que solamente los que hayan viajado en solitario, solo comprenderán esa sensación de libertad y de ser uno mismo. Es una práctica que recomiendo encarecidamente hacer, y que debería ser condición indispensable para nuestro desarrollo vital.
Stiller firma unos planos bellísimos, gracias especialmente a una estupenda dirección de fotografía, que junto a un magnífico uso del montaje y de la música, harán a más de uno levitar en la butaca.
Sin duda ha logrado el difícil arte del viaje emocional, algo que muy pocos realizadores logran alcanzar, aunque comprendo a todos aquellos que se sientan defraudados por ella, ya que esta película depende mucho de lo que hayas vivido o de lo que te falte por vivir.
Francisco Javier Millan
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