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Voto de Francisco Javier Millan:
4
Acción. Fantástico China, siglo XV. Un mercenario inglés (Matt Damon) y otro español (Pedro Pascal) son testigos del misterio que rodea a la construcción de la Gran Muralla China; ambos descubrirán que no se construyó para mantener alejados a los mongoles, sino para algo más peligroso: la mítica muralla ha sido edificada para detener la llegada de monstruos devoradores de carne humana. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia del cine, sobre todo la reciente, está llena de grandes oportunidades perdidas. Imaginar por un momento una película, sobre esta construcción Patrimonio de la Humanidad, que recrease con tan solo unas pinceladas de veracidad, su función defensiva y de grandes batallas épicas en plena Edad Media china. Nada que ver con el concepto que nos ofrece Zhang Yimou, una suerte de manga mezclado con componentes de videojuego, que ni como película de aventuras ligera llega a funcionar del modo correcto.
Reconozco que en algunos momentos me dejo seducir por su desbordante diseño artístico. Los gadgets, armaduras y todo tipo de hazañas bélicas son de lo más vistoso que uno puede ver últimamente; incluso me atrevería a decir que, hasta en ocasiones, contiene algunas escenas evocadoras en cuanto a leyendas e iconografía oriental.
Yimou se demuestra incapaz a la hora de levantar semejante premisa, y más cuando uno descubre el origen, propio de la ciencia-ficción, de la amenaza que se cierne sobre el imperio. Pensar que los chinos, cada sesenta años y desde casi veinte siglos, se tienen que enfrentar a semejantes criaturas, es de una inconsistencia de esas que no hay por dónde cogerlas. Se trata de una mirada occidentalizada, bajo el inexplicable beneplácito de un gobierno, que parece abierto a esta clase de coproducciones inusitadas.
Si bien el cine oriental, según lo que dicen e intuyo, es rico en esta clase de fantasías, me resulta incapaz de entrar en él por esa falta siempre de coherencia. El mejor cine fantástico, aunque sea de monstruos, siempre tiene que partir con los pies en la tierra. No hay mejor ficción que la que se introduce poco a poco en nuestra realidad sin que uno se de cuenta.
No voy a entrar en la discusión de si Matt Damon y el resto del reparto internacional es apropiado para esta clase de peripecias, casi es lo de menos. Aquí el problema fundamental es ese aspecto entre lo opulento y lo cercano al género de animación. Me es imposible tener emoción ante una amenaza generada por ordenador y que abusa tanto del croma. Todo es tan falso, que hasta se echa de menos que haya algo de cartón piedra de vez en cuando.
Y eso sí, ya me imagino la cara de los seguidores de este cineasta, cuando se enteraron que se metía a dirigir semejante proyecto. Y más teniendo en cuenta su filmografía, puramente destinada al postureo de festival.
Francisco Javier Millan
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