Ni las amenazas del terrorismo yihadista, ni las inundaciones y desastres naturales que asolan América Latina, ni las guerrillas del ejército de liberación nacional que avivan el conflicto armado en Colombia, ni la existencia de armas nucleares en Irán y Corea del Norte e incluso la llegada de Donald Trump a la Casablanca: el mayor peligro contra la preservación de la salud pública y el orden mundial en el siglo XXI han sido las telenovelas argentinas de Disney Channel.
Entre el lavado de cerebro prematuro a millones de niños que aprendieron a valorar la importancia de cambiar y ser bello por fuera gracias a 'Patito Feo' y la estomagante cursilería no apta para diabéticos de 'Soy Luna' existió una espantosa criatura aún más relamida, melindrosa y mojigata que invadió los televisores de toda España y América Latina. Os presento a Violetta.
Desde su perturbadora irrupción en la división latina de Disney Channel en 2012, las aventuras de una niña sabelotodo de Buenos Aires que descubre su pasión por la música ha arrastrado como zombis a adolescentes de América Latina, Italia, España, Portugal, Francia, Israel, Rusia, Europa Central y del Este, Oriente Medio y África. Casi podría conjeturar que todo responde a un plan secreto de los Illuminati para quemar las neuronas de media humanidad e idiotizar a una futura generación de ciudadanos más sumisos y dóciles.
Los creadores de esta aberrante diarrea cinematográfica son los mismos que impulsaron su éxito en la pequeña pantalla, y ahora que salta al cine le confían sus riendas a Juan Pablo Buscarini, realizador de la curiosa -y más personal- 'Un Cuento Chino' (2011) en la que contó con Ricardo Darín.
El también autor de los sesudos guiones de 'Tengo ganas de ti' y '3 Metros sobre el cielo' Ramón Salazar no se calienta demasiado la cabeza y tira por el camino de la imitación reproduciendo casi al dedillo el mismo planteamiento de la mediocre 'Hannah Montana: La Película' (Peter Chelsom, 2009).
Violetta (Martina Stoessel) está triste. Se ha convertido en una famosa estrella del pop y una mujer de éxito, consigue llenar estadios enteros en sus giras y su cara forra las carpetas de millones de fans de todo el planeta que la quieren y adoran. Pero falta algo en su vida, siente que su felicidad no es plena y necesita un cambio en su azucarado universo interior. Por eso una noticia inesperada la obligará a viajar alrededor del mundo para descubrirse a sí misma y encontrar por fin el amor. En resumen, Violeta ya es mayor de edad y quiere que la empotr... en fin, cambiemos de tema.
Lo que más dentera provoca en esta monstruosidad fabricada para la exaltación del materialismo y el culto a la belleza exterior, es su facilidad para captar la atención de un target mayoritariamente juvenil al que se bombardea y atiborra con un mismo mensaje subliminal: pasar de la pubertad a la edad adulta, transformarte en una mujer, consiste en hacerte rica y famosa, viajar por el mundo en aviones privados y enamorarte de un chulazo de pelo brillante y abdominales esculpidos con cincel. Todo eso sin perder la virginidad, por supuesto.
¿Qué clase de autómatas narcisistas, malcriados y amoldables a un ideal de perfección que no existe estamos ayudando a crear si dejamos que crezcan alimentándose de la influencia de juguetes ególatras como 'Violetta'? Creo que por esa razón he preferido siempre chorradas como 'Sam & Cat' y el resto de series que ponen en Nickelodeon.