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Drama
Cristina y Tudor Ionescu han formado una familia feliz con sus dos hijos, Maria e Ilie. Él trabaja para una compañía telefónica y ella es contable. Ambos están en la treintena y viven en un bonito apartamento en una ciudad rumana. Su vida es la de una pareja normal con sus hijos. Pero una mañana de domingo, cuando Tudor lleva a sus hijos al parque, Maria desaparece. Sus vidas cambian abruptamente para siempre. (FILMAFFINITY)
5 de julio de 2020
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plano de apertura con un protagonista masculino reunido con su familia en situación de bienestar riéndose de alguien que lo llamaba por teléfono por algún tipo de reclamo ( un ex cliente de su esposa contable), el mismo protagonista jactándose de lo bien que la pasa con su familia, de lo bien que come de sus 2 hermosos hijos y de todo lo bueno que le pasa en la vida. Protagonista masculino que lleva a sus hijos a pasear a un parque del vecindario, juegos, planos largos y generales ( algunos me recordaron a Caché de Haneké previo al cierre) y un protagonista masculino o sea el padre de las criaturas que se la pasa hablando por teléfono y detrás de él un hombre increpado por 2 señoras grandes por algo que hizo el perro que llevaba con correa y que tampoco la terminaba...un diálogo monocorde pero interminable, casi tan interminable como la conversación telefónica del protagonista masculino
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Maria, su hija desaparece del Mapa. A partir de ahí durante dos horas reloj asistiremos a la descomposición de una persona viva, su mujer se va a casa de su madre con su hijo, hablan, tienen contacto pero el dolor es tan fuerte que no puede evitar recriminarle cada tanto que él llevó a sus dos hijos al parque y volvió con uno sólo. Es de destacar la actuación del protagonista masculino que es excelente, pero en ese laberinto de desintegración merodeando alrededor de cada sospechoso según su sensación se hace demasiado espeso todo. El final no lo comparto, no en lo conceptual porque una persona enloquecida puede hacer cualquier cosa, pero esa destrucción craneana con martillo a lo Irreversible de Gaspar Noe me pareción totalmente innecesaria