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España España · Madrid
Voto de Eduargil:
6
Thriller En 1944 las fuerzas aliadas -un millón de soldados reunidos en la costa sur inglesa- están preparadas para el desembarco. 48 horas antes de la operación, Winston Churchill se enfrenta con sus generales y aliados norteamericanos para decidir cómo afrontar lo que se convirtió en el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. Si la campaña del Día D fallara, teme ser recordado como el arquitecto de una carnicería. (FILMAFFINITY)
4 de septiembre de 2017
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Churchill no es en realidad un biopic por lo que el título de entrada puede resultar algo engañoso, sino más bien un drama histórico donde se narra la historia del día D desde la perspectiva del héroe epónimo. La película trata sobre las 96 horas anteriores al célebre día, momento decisivo en la Segunda Guerra Mundial a partir del cual los acontecimientos sucesivos empezaron a volverse contra los nazis. Bajo la fachada de un héroe de guerra inquebrantable se nos presenta a Winston Churchill (Brian Cox), un ser de carne y hueso lleno de dudas y con un cuerpo que ya muestra fuertes señales de derrota a través de su tambaleante andar. Mientras el General Eisenhower (John Slattery) planea la Operación Overlord hasta el más mínimo detalle con el apoyo del mariscal de campo Montgomery (Julian Wadham), Churchill se resiste plagado de dudas.

Winston Churchill está temeroso de repetir los mismos errores del pasado donde murieron miles de jóvenes de forma innecesaria, de volver a ser responsable de otra Gallipoli, batalla de la Primera Guerra Mundial en la que las tropas británicas y australianas fueron masacradas en la playa. En la escena de apertura de la película vemos al estadista solo en una extensa playa en junio de 1944, con su mente de regreso a la Gallipoli del año 1915 y con la mirada perdida en el mar, mientras el agua cambia a color rojo de la sangre de los soldados muertos de la Primera Guerra Mundial. De esta forma comprendemos que la idea de ser recordado como un artífice de matanzas le aterra y por tal motivo, su postura es inflexible al plan Overlod.

El guión original de la historiadora británica Alex von Tunzelmann (Los Medici: señores de Florencia) que hace su debut en el cine con la Churchill, prefiere centrarse en abordar un hecho relativamente desconocido por el público en general: la feroz oposición de Winston Churchill a una operación que iba a permitir la reconquista de Francia gracias a un desembarco masivo de las tropas aliadas en Normandía. Para conseguir el triunfo de su punto de vista dirigió una extraordinaria ofensiva diplomática y política contra el general Eisenhower e incluso contra su compatriota Montgomery. Este desconocido episodio histórico forja toda la estructura del largometraje en busca de agrandar a un más la leyenda de Churchill.

Al borde de la depresión, Winston Churchill se enfrenta a constantes críticas de sus opositores políticos y se nos presenta como un hombre arrogante, gruñón, presumido y con muy mal genio. Observamos como arremete por los pasillos de su casa y su despacho contra todo aquel que se le cruza por su camino incluyendo a su paciente esposa Clementine, una excelente Miranda Richardson. Sin embargo, nos transmite cierta simpatía por estar interesado en salvar vidas humanas, a pesar de que sabemos muy bien de su equivocación, porque dicho acontecimiento contribuyó decisívamente al fin de la Guerra y por consiguiente, a evitar más muertes.

Churchill ante un estallido emocional de su nueva secretaria Helen (Ella Purnell) descubre que sus decisiones tendrán un fuerte impacto personal en la vida de ella y por consiguiente, en el resto de sus paisanos. Una manera aparentemente débil para justificar ese repentino cambio de alguien que debe tomar decisiones de suma transcendencia, sin embargo, para la película es una manera muy eficaz para despertar a Churchill de una profunda depresión en tan pocos segundos.

Hay incluso un momento en el que Churchill reza fervientemente para que Dios conjure una tormenta y retrasar la invasión aliada. En una escena algo ridícula, Observamos como Winston se acurruca junto a su cama y clama a los cielos en oración, como si estuviera emulando al rey Lear de Shakespeare. Este intento de pedirle a Dios que llueva para parar la operación resulta bastante surrealista. En cierta manera, la obstinación de Winston a rechazar el desembarco se vuelve poco a poco contra la misma película porque no es capaz de dar una explicación lo suficientemente convincente como para entender ese repentino cambio del primer ministro británico.

Aunque Churchill no es una gran película, si resulta ser una espléndida plataforma para el lucimiento de sus actores. Vale la pena verla solo por el poderoso y extraordinario retrato que hace Brian Cox de Winston. Arrogante y egoísta, aquí es un hombre que despierta tanto la exasperación como la simpatía, y Cox no sólo es capaz de mostrar la fuerza y ​​el vigor que Churchill siempre llevaba a lo largo de su vida, sino que también interpreta magníficamente sus temores y vulnerabilidades. El genial actor capta perfectamente la continua pero no exagerada cojera del estadista, al igual que su icónico gruñido, asimismo, siempre acompañado, de ese vestuario y accesorios tan característicos de nuestro superhéroe: el puro pegado a la mano siempre presente, el sombrero de Homburg, el bastón, la botella de whisky escocés y su traje de tres piezas.

Miranda Richardson está magnífica como Clementine, por su sensacional forma de transmitir el cansancio de una esposa que ha sufrido durante mucho tiempo en su apoyo al primer ministro, aunque quizás, retratada de una forma demasiado periférica en la trama, a pesar del importante papel desempeñado en la vida de Churchill. John Slattery, más conocido por su cínico personaje en la serie estadounidense Mad Men, realiza una sólida actuación como el general Eisenhower que se enfrenta a Churchill en continuas ocasiones. En cambio, la figura de la secretaria interpretada por Ella Purnell parece muy pálida, demasiado estereotipada y, por lo tanto, en última instancia, extraña y distante para el espectador.

En Churchill, nada verdaderamente importante sucede. Winston reflexiona sobre su vida y sus logros. El director Jonathan Teplitzky opta por hacer de la película un estudio de personajes mas que querer contar una historia.

https://cinemagavia.es/pelicula-critica-churchill/
Eduargil
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