Incluso convirtiendo ya la saga -y a Kayako- en un reclamo demasiado obvio con influencia demasiado americana, Shimizu consigue estar a la altura de la primera parte. Sí, la saga de La Maldición siempre fue mi favorita en esto de los fantasmas azulados y peludos que te intentan matar a cámara lenta, y esta secuela siempre me pareció una digna sucesora de la primera.

Shimizu consigue "ser cutre" dentro de unos estándares de calidad aceptables. Con cutre quiero decir que es capaz de transmitir las sensaciones que emanaban aquellas primeras dos entregas grabadas con un presupuesto bajísimo y meterlas en un ámbito de producción bastante superior. Bueno, lo cierto es que a estas alturas empiezan a pasar los años para los efectos, pero el terror sigue siendo igual de efectivo. La he visto muchas veces, y la verdad es que empiezo a estar vacunado ante Toshio y Kayako, los cuales reinaron en mis pesadillas durante vario tiempo.

Podríamos decir que La Maldición 2 vuelve a hacer lo mismo que la primera parte pero mejor hecho, pero no sería suficiente. Lo que de verdad destaca en su secuela no es su historia -bastante inferior a la primera parte-, lo que la hace buena son precisamente esas partes/episodios casi de relleno que suponen un terror diferente y mucho más cercano a un thriller. Shimizu además se acompaña de una banda sonora inquietante, y los efectos sonoros -esto es, el ruidito de Kayako, para qué engañarnos-, sigue retumbando y despertando algo dentro de mí.

Tanto ésta como la primera parte son indispensables para cualquier amante del J-Horror.