Vale, lo admito, me dejé llevar por el efecto de expectativas brutales que tuvo en mí el visionado de la primera Ginger Snaps. En Ginger Snaps II me pasó justamente lo contario. Es decir, si la primera película la vi sin ningúna expectativa y me encantó, ésta la vi con demasiadas expectativas y me defraudó.

Emily Perkins ha crecido y ahora lleva el peso de la película más directamente. Si bien Brigitte en la primera parte ejercía como protagonista en al sombra, aquí es la líder del reparto y todo gira en torno a ella. El inicio de la película es bastante curioso, aceptable. Cuando entra demasiado en juego Ghost, una niña que viene a ejercer el papel de hermana menor, la película empieza a caer en una espiral un tanto inexplicable.

Y lo es porque Ginger Snaps II parece un relato de creepshow con un final peculiar que se desmarca de la propia saga. Ginger Snaps II no es tan divertida como aquella Ginger Snaps, y desde luego no tiene su personalidad, pero la verdad es que tiene un ritmo rápido que hace que la película parezca que dure 15 minutos. También es cierto que pasan tan pocas cosas que esta sensación se potencia, y cuando acabe la película no sabrás qué pensar de ella.

Si es algo buena, es más por inercia de lo que se consiguió en la primera parte que por méritos propios. Ginger Snaps II se puede ver como algo aislado, pero desde luego ahí sí que pierde toda la magia.