Mi yo niño estaba encantado con Re-animator. Mi yo más adulto también, pero es sin duda una película que pertenece a mi infancia. Una película que me encantaba y que a día de hoy me sigue pareciendo una de las mejores películas en su género. Con todo este caldo de cultivo lo raro es que tardara tanto en ver algo más de la maravillosa conexión Gordon-Combs (y si me apuráis Crampton y Lovecraft). Sí que es cierto que vi algunas como Dolls, pero nada que ver con Re-animator.

Re-sonator también queda por debajo, pero sin duda me transportó a esa infancia viendo Re-animator, y eso para mí es más que suficiente. Stuart Gordon demuestra nuevamente inspiración y se vuelve a apoyar en un relato de Lovecraft para dar a luz a una película donde los efectos especiales digitales empezaban a asomar la cabeza. Re-sonator puede ser una de las mejores últimas muestras de los efectos tangibles que tanto nos hicieron gozar en los 80. No, no encontraréis maravillas del látex y la gomaespuma como en La Cosa, pero los efectos son bastante buenos y sobre todo muy persistentes durante toda la película.

Tiene menos resonancia (nunca mejor dicho) que Re-animator, pero de alguna manera su rebajada fama le otorga una categoría de culto que le viene casi mejor. Re-sonator puede formar tandem con Re-animator, pero son películas bastante diferentes. Muestra de esa diferencia sirve la propia actuación de Jeffrey Combs que muestra versatilidad, aunque se me antojó algo desaprovechado en esta ocasión.

Para los amantes del cine fantástico es ideal, sobre todo si la dejasteis pasar tanto tiempo como yo.