Tan horrible que es imposible resistirse a ella. Bajo una fuerte base de musical nace una película que no se toma en serio ni a sí misma, lo cual es lo mejor que le puede pasar.

Gracias a Dios, en esta lluvia de adolescencia, lo mejor son las canciones. Algunas ridículas y otras muy buenas, sí, tal y como se daba en el propio género New Wave que se daba desde principios de los 80, sólo que aquí todas son muy pegadizas y captarán nuestra atención desde el principio, cosa que no pasaba en el reparto musical de otras películas ambiciosas como Xanadu.

James Fargo patina y se estrella cada vez que sale del musical. Macarras con tupés, alienígenas con pelo seta y una Pia Zadora entre lo adorable y lo patético. Uno no sabe cómo funciona una película así, y probablemente no lo haga, pero es divertida de ver.