El genial director Stuart Gordon, uno de los principales culpables de la genial Re-Animator, probaría suerte (sin igual éxito) 2 años después con esta película que si bien no da miedo como tal puede llegar a incomodar a más de uno.
La película cuenta con una camuflada historia infantil de amor a los juguetes en general y del síndrome de Peter Pan (por llamarlo de alguna forma), con la clásica moraleja de no envejecer a pesar de la edad que se tenga y no perder la ilusión de ser niño. Contrasta así con esta idea el resto de la película, siendo una cinta de terror con efectos curiosos aunque no del todo buenos. es quizá este contraste su principal arma, aunque es de doble filo. Evidentemente la película no es aconsejable para todos los públicos y los niños, que son los que más pueden aprender de la citada moraleja no deben verla. Sin embargo, aquellos que vean la película no buscarán la idea que se les propone y no deja de ser algo totalmente anecdótico cayendo su mensaje en saco roto.

Como película, es entretenida, pero no deja de ser una película de terror más de los años '80, habiendo por tanto miles de opciones mejores del mismo género y década, pero no deja de ser un elemento a tener en cuenta para aquellos que hayan visto hasta la saciedad las sagas de Pesadilla en Elm Street y similares.