Es difícil hablar de una producción así, tan poética y tan intensa que te deja un sabor a tristeza que ni siquiera sabes de dónde viene. Makoto Shinkai, por medio de una animación increíble, consigue transmitir en una sucesión de imagenes y una narración bastante simple mucho más de lo que cabría esperar. Son multitud las interpretaciones que podemos sacar de esos minutos.

Ella y su gato consigue que tu mente se ponga en modo reflexión, pero a la vez sin saber sobre qué reflexionar. Es una historia bonita y triste, que ni siquiera tiene un triste final. A pesar del evidente arte de Makoto para transmitir, todo está demasiado precipitado. Lo que al principio empieza sereno y pausado al poco se precipita sobremanera, llegando a ser a veces estresante, pero no daña el mensaje ni el sentimiento final de la obra.