Cortometraje sin gracia con una animación que en ningún momento me resultó vistosa ni original. Más allá del propio personaje, que tampoco es gran cosa, no hay nada que encontrar en el cortometraje de Bill Plympton. Tampoco es el peor cortometraje de la historia, pero es de esos que se intentan hacer los graciosos y se quedan en caras de indiferencia.