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Voto de Cinemagavia:
8
Drama Inspirada en el cuento de "Las mil y una noches", la celebrada colección de historias de oriente medio y de historia india, la película busca ser una yuxtaposición de las distintas etapas que un ser humano atraviesa en la vida. Desde los momentos más preciosos de la existencia hasta el despertar intelectual que nos lleva a tratar de guardar la vida como un tesoro y a compartirla con aquellos a los que amamos. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2020
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un cineasta fácilmente reconocible

El cine de Roy Andersson es fácilmente reconocible. Si observáramos, aunque fuera un solo fotograma de alguna de sus últimas películas, aun sacado de contexto y aislado, podríamos adivinar que se trata de uno de sus filmes. Su particular estilo visual, su puesta en escena y el dispositivo utilizado se han convertido en marca de fábrica del cineasta sueco.

Un estilo visual que está presente en sus últimas películas, ya que sería necesario recordar que Roy Andersson alcanzó su primer éxito internacional, con veintiséis años, en 1970 con Una historia sueca de amor (En Kärlekshistoria). Hasta el año 2000, cuando presentó en el Festival de Cannes Canciones del segundo piso (Sanger fran andra vaningen), su carrera estuvo dedicada, en gran parte, a la publicidad, alcanzando gran éxito y prestigio en la realización de spots publicitarios.

Unos trabajos donde se forja ese estilo que ha caracterizado el cine de su última etapa que incluye, además del título citado y el aquí reseñado, La comedia de la vida (Du levande, 2007) y Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (En duva satt pa en gren och funderade pa tillvaron, 2014), formando, junto a la primera, lo que el propio Andersson llamó la Trilogía de la vida.

*Un mundo feo

Su nueva película, Sobre lo infinito, no está demasiado lejos de las tres anteriores, de hecho en algunos momentos se tiene la sensación de encontrarnos ante cierto agotamiento de un fórmula (convertida ya en marca) que ya no causa sorpresa en aquellos conocedores del cine del sueco.

Sobre lo infinito, al igual que el resto, se construye a partir de pequeños sketches o, más bien, viñetas (por su semejanza al trabajo de un humorista gráfico) filmadas con una cámara fija que registra unos escenarios minimalistas (de una austeridad desarmante) con una decoración de aire “retro”, de colores desvaídos con predominio de los tonos grises, plomizos y pardos, por los que desfilan personajes de tez blanquecina (como si de una máscara se tratara), de rostro triste y cuerpos desgarbados en sus pesados y cansados movimientos.

Un mundo conscientemente feo e irreal que es reflejo de un discurso pesimista y crítico sobre el ser humano y su existencia.

*Mosaico existencialista

Esas viñetas componen un mosaico existencialista a base de humor negro y situaciones absurdas que nos habla sobre las miserias cotidianas, sobre el sentido de la vida, sobre la muerte y el silencio de Dios, el amor, la soledad y la tristeza, sobre el poder y la humillación, sobre la juventud y la vejez, sobre las relaciones humanas o sobre el deterioro del cuerpo y el alma.

Andersson trabaja con un trasfondo filosófico (rama existencialista-pesimista) pero partiendo siempre de acciones cotidianas y prosaicas (un buen ejemplo sería esa divertida escena del film donde un cura con un angustiante problema de pérdida de fe es expulsado casi a la fuerza de la consulta del psiquiatra porque este no quiere perder el autobús que lo lleva a casa).

*La derrota

En Sobre lo infinito, una voz en off femenina nos va presentando cada una de las viñetas (recordemos que, según declaraciones del director, el propósito inicial era hacer una versión de Las mil y una noches), guiando nuestro recorrido por una película que parece tener como hilo conductor un discurso sobre la derrota.

Desde las pequeñas derrotas cotidianas y diarias (un hombre que envidia a su antiguo compañero de colegio, el citado cura que ha perdido la fe, un dentista cansado de su trabajo que se refugia en el alcohol, alguien que no encuentra a quién esperaba en una cita a ciegas, …) hasta la derrota en términos absolutos y abstractos (Hitler y sus patéticos lugartenientes en el búnker de Berlín mientras la ciudad es bombardeada o esa escena en la que cientos de soldados alemanes marchan presos por la helada estepa rusa camino de Siberia).

Una derrota de la humanidad (y lo humano) en la que el pesimista Roy Andersson encuentra, en pequeños gestos, conversaciones y situaciones, un pequeño aliento de esperanza que tiene su colofón en esa hermosa (y terrible) imagen de dos amantes sobrevolando la devastada ciudad de Colonia tras los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial (que remite al cuadro de Marc Chagall, Sobrevolando la ciudad), representación del triunfo del amor sobre la barbarie y la estupidez humana.

Escrito por Joaquín Fabregat
Cinemagavia
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