Siempre miro con especial interés el primer largometraje de un director español. La pasión por narrar algo en lo que creen te lleva a descubrir historias poco pretenciosas y sencillas, con un discurso claro. Y eso es Niñato, el primer largometraje de Adrián Orr.

Niñato es una historia sobre la autonomía, sobre el momento de llegar a hacer “las cosas por ti mismo”, en definitiva, sobre la madurez. Un valor muy común en las letras de rap que ahora se traslada al cine. Niñato es el apodo de un rapero madrileño más mayor de lo que le gustaría, David, que tiene tres hijos y vive con su madre y su hermana, en una casa bastante pequeña. David hace rap y mantiene vivo su sueño de fichar algún día por una productora importante mientras educa a tres niños. La educación y los valores propios que intenta transmitirle “Niñato” a su hijo más pequeño es el motor de toda la película.

Una historia sobre el primer paso hacia la madurez, el valerse por sí mismo, la responsabilidad del padre sobre sus hijos ante todo, incluso ante el poder cumplir tus propios sueños, ese es el discurso de Niñato, narrado por Adrián Orr con un estilo sencillo, real, metiéndonos con los personajes en sus situaciones (en el metro, en sus camas, en sus vidas), contemplativo, para poder examinarles, observarles, ver sus preocupaciones. Una dirección muy atrevida, que por momentos recuerda a Lazlo Nemes en “El Hijo de Saúl”, olvidándonos del gesto, de las caras de nuestros personajes, narrando con la situación, con la espalda que camina, con sus figuras en penumbra, con el sonido, con el fuera de campo… Una dirección totalmente fuera de los estándares.

Niñato es algo distinto, y además una película totalmente humilde, clara en su discurso y coherente con la temática, además de que los tres niños actores están estupendos. Esto es lo más real que vais a estar de la vida de unos personajes en el cine. Es la realidad en imagen, es como ver una canción de rap.

Escrito por Néstor López
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