Cuatro adolescentes son mandados “a la oficina del director” por diversos motivos: Spencer (Alex Wolff) El Nerd, Martha (Morgan Turner) la inadaptada erudita, Fridge el jugador de football, (Ser’Darius Blain) y Bethany (Madison Iseman) la chica sexy y popular terminan castigados. El director les encomienda la limpieza de una vieja bodega donde encuentran un misterioso juego “ahora en vídeo”, donde retumbantes tambores parecen venir de su interior. Aburridos y curiosos, los cuatro seleccionan a su avatar, accionan los controles y se preparan para jugar, sin imaginar que el malintencionado juego los atrapará haciéndolos caer en el medio de una aventura salvaje.

Sí, como todos lo saben, este es una secuela “remasterizada y shineada” de la popular versión de 1995 que Robin Williams protagonizara. Obviamente adaptada a la realidad contemporánea, donde la visión de un juego de mesa es absolutamente obsoleta y donde aún la versión en cartucho de vídeojuego ya suena antediluviana, Pero aún se considera creíble.

Lo mejor es que estas ligeras modificaciones son un nuevo aire a la franquicia, que perversamente puede migrar de un juego de mesa, a un cartucho y más adelante tal vez a un microchip o a la nube… pero aún así seguir proporcionando la misma diversión sin importar el modelo. Con ello el rango generacional queda abierto y expandible tanto como se desee; los jóvenes de los 90’s van a volver a disfrutar la continuación de la aventura y sus hijos se enterarán, con el debido morbo, de cuáles eran los juegos que jugaban sus padres.

Los cuatro adolescentes al elegir su avatar y entrar en Jumanji van a ser encarnados por Dwayne Johnson (como Spencer), Kevin Hart (como Fridge ); Karen Gillan (como Martha), y Jack Black (como Bethany). En el mundo selvático además les espera una sorpresa: un legendario adolescente quien fue el último abducido por el juego y que ha vivido dentro de él por varios años: Alex Vreeke (Nick Jonas).

La película está diseñada para ser diversión y lo logra a grandes rasgos, llevados primordialmente por Dwayne Johnson y Jack Black, al tenerse que adaptar a sus nuevos superpoderes pero seguir siendo en el fondo “adolescentes con algunos temillas irresueltos”.

Kasdan, dirige, escribe y logra varios momentos divertidos aunque la trama es algo floja.

Evidentemente, además de la presencia del villano de la historia, John Van Pelt (Bobby Cannavale), quien como todo buen chico malo quiere dominar al mundo, Jumanji posee una variedad de “animalitos de la selva” generados en efecto especial como los “simpáticos depredadores” de los recién llegados.

Aunque si vamos a ser sinceros, en la primera parte la presencia selvática y su amenaza era muchísimo mayor. No obstante, gracias a estos momentos de convivencia salvaje, la película tiene sus mejores secuencias y más entretenimiento.

Toda la trama está enfocada en el pensamiento preponderantemente adolescente: y eso hace que la historia sea fácil de llevar: hay complicaciones, hay momentos heroicos, hay persecuciones en que los avatares sorprenden a los mismos jugadores con sus “potencialidades” y hay sobre todo un sentido estricto de adaptación: este es un juego, somos nuestros avatares y tenemos que saber las reglas.

Sin duda ese sistema es fruto de un pensamiento netamente moldeado por la presencia del videojuego y más aún del videojuego noventero.

Al mismo tiempo el peligro y los desafíos son planteados de la manera adecuada para no perder de vista que se trata de un juego, no hay accidentes fatales, solo hay que seguir las reglas para identificar cuántas vidas quedan utilizables.

La gramática de la película sigue la estructura mental en niveles de un juego de vídeo, se van pasando etapas, se van enfrentando retos y se van ganando puntos en el camino para derrotar a las fuerzas del mal.

Tal vez un punto que habría que reprocharle es que al final del día no logra el grado de innovación y espectacularidad de la primera parte, pero ver a los protagonistas desenvolverse como adolescentes con nuevos super poderes mientras afrontan peligros que literalmente les “pueden costar la vida” tiene su puntito.

Escrito por Fabian Quezada Leon
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