Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Cinemagavia:
7
Documental Un campo de minas y el segundo muro militar más grande del mundo separan a Sidahmed, Zaara y Taher de su patria, que sólo conocen a través de las historias que les cuentan sus padres. Ellos pertenecen al pueblo saharaui, una de las comunidades más olvidadas del mundo, abandonados en un campamento de refugiados en medio del desierto después de que Marruecos los expulsase del Sáhara Occidental hace más cuarenta años. Nuestros jóvenes ... [+]
9 de julio de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tierra vacía

Como se explica al inicio, en un rótulo debajo del título de la película, Hamada hace referencia en árabe a un terreno árido y pedregoso, pero para los saharauis también tiene el significado de vacío, sin vida. Esa tierra vacía es donde viven, en campos de refugiados, la mayoría localizados en la región desértica de Tinduf (lugar de rodaje del film entre 2014 y 2017). Substisten en condiciones precarias, con cortes de luz, escasez de agua, falta de trabajo… Muchos jóvenes han logrado marcharse tras un largo periplo físico y administrativo, algunos de ellos a España, la antigua metrópoli de lo que se llamó el Sahara español hasta que en 1976 el gobierno franquista abandonó el territorio, dejando al pueblo saharaui en manos de Marruecos y Mauritania en un conflicto aún no resuelto.

Encontrar un futuro

A Eloy Domínguez no le interesa tanto documentar la disputa político-territorial (aunque entre las imágenes del film aparezca de forma implícita o brevemente apuntada) sino retratar cómo es la vida de esos pocos jóvenes que aún permanecen en los campamentos y que sueñan con salir de allí para, como dice uno de los protagonistas, “encontrar un futuro, cubrir mis necesidades y las de mi familia”. Unas ideas que, en cierta forma, ya estaban presentes en el anterior largometraje del director gallego (No Cow on the Ice, 2015) desde una perspectiva autobiográfica, contando su propia experiencia como emigrante en Suecia.

Jóvenes

Lo que más llama la atención del film es que Eloy Domínguez no carga las tintas sobre las precarias condiciones de vida (económicas, climáticas, políticas o administrativas) y ofrece un retrato cercano, cotidiano y vitalista, donde no falta el humor, de una juventud que, en sus anhelos, inquietudes y frustraciones, no difiere demasiado de cualquier otra alrededor del mundo: la búsqueda infructuosa de trabajo, la necesidad de un vehículo propio que permita cierta libertad de movimientos, encontrar una pareja, poder construir un vida digna aunque eso implique alejarse del hogar.

Deseo de huir

El joven protagonista que funciona como hilo conductor del film cuenta, al principio, un sueño recurrente (aunque él mismo no sabe si interpretarlo como sueño o pesadilla) que viene a explicar su situación y la de otros tantos jóvenes. Atrapado en medio del abrasador desierto, ve cercana, tangible, la presencia del mar (como símbolo de liberación, de huida, también como espejismo). Un deseo de huir que también conlleva los miedos a enfrentarse a lo que representa un nuevo país y una nueva cultura y es entonces cuando afloran las dudas entre quedarse o irse.

Un deseo que también aparece simbolizado en la presencia de numerosos vehículos a lo largo de la película, fundamental medio de transporte (medio de vida) para aquellos que viven en el desierto y objeto deseado por una de las chicas protagonistas. Una joven que consigue, tras un largo y esforzado aprendizaje, arrancar un coche y conducir, orgullosa y feliz, unos metros. Imagen esta que cierra el film transmitiendo el mensaje de que algunos sueños, aunque parezcan imposibles de materializarse, empiezan con una pequeña victoria.

Escrito por Joaquín Fabregat
Cinemagavia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow