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Voto de Cinemagavia:
5
Documental En 1971, con motivo del estreno mundial de 'Muerte en Venecia', el director italiano Luchino Visconti proclamó a su Tadzio como "el chico más hermoso del mundo". Una sombra que hoy, 50 años después, pesa aun en la vida de Björn Andresen. Una película sobre el precio de la belleza.
29 de julio de 2021
20 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Pasado

El chico más bello del mundo empieza con buen pie, invitándonos a formar parte del proceso de selección, liderado por Luchino Visconti, para encontrar a Tadzio, el joven protagonista de Muerte en Venecia (1971). Las imágenes de archivo inspiran sorpresa en el espectador cuando este descubre a un Visconti que asume, encantado, su posición de mando. Poco a poco, sin embargo, el asombro va dejando paso a la inquietud y la incomodidad. Al fin y al cabo, mucho han cambiado las cosas en los últimos 50 años y resulta imposible no sacudir la cabeza ante lo que estamos viendo. Poco importa que fueran otros tiempos.

Por interesante que sea, el metraje que Kristina Lindström y Kristian Petri nos muestran de la breve pero intensa etapa que marcó a Björn Andrésen de por vida sabe a poco. Los testimonios de algunas de las personas que formaron parte, directa o indirectamente, de su experiencia como objeto de deseo e ídolo de masas tampoco aportan mucho. Por su parte, Andrésen no revela la información suficiente para poder identificar a los responsables, por exceso o defecto, de que un quinceañero pasara por todo aquello.

*Presente

Sentadas ya las bases de la historia, El chico más bello del mundo nos trae de vuelta al presente, donde un Andrésen muy diferente se pasea por callejones oscuros, mira hacia el horizonte y observa, impávido, lo que sucede a su alrededor. Una amenaza de desahucio, un ataque telefónico inesperado, reencuentros familiares, un informe policial desgarrador… Todo duele.

Aunque sus muchas heridas, algunas todavía abiertas, queden expuestas en este documental, Andrésen sigue siendo una figura enigmática para el espectador. También sentimos cierta frustración ante el tono depresivo de la cinta y la absoluta ausencia de momentos de luz que contrasten con tanta oscuridad. Finalmente, poco nos ayuda la melodramática banda sonora que, de forma demasiado insistente, acentúa la pena y convierte a El chico más bello del mundo en una tarea algo laboriosa.

*Conclusión

El chico más bello del mundo solo nos da acceso al dolor de Björn Andrésen y a las tragedias que lo han causado. Sin embargo, y por imperfecto que sea el planteamiento del documental, una cosa sí consigue: que nunca volvamos a ver Muerte en Venecia con los mismos ojos.

Escrito por Esther Alvarado
Cinemagavia
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