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Voto de davilochi:
10
13 de mayo de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi gusto esta película se merece un 10, al igual que la voz alzada de mi amigo y compañero Vozidar clamando por nuestra ceguera (en cierto modo forzada) ante la existencia de cine tan magnífico como el que se produce en los Balcanes. Su manera de afrontar la historia bebe de la más pura tradición del cine europeo pero tiene un toque de originalidad que sólo podemos encontrar en aquella región. Este rasgo tan característico es lo que, como bien apuntaba Vozidar, podríamos llamar la comedia trágica y el humor negro constante que, lejos de hacernos reir sin sentido, nos hace desarrollar una profunda empatía hacia los personajes y las situaciones que se les platean. Sentir el sin sentido y el absurdo a través de la banalización de unos momentos que tienen poco de banal... esta es una cualidad innata del cine balcánico que por otro lado me parece muy sana. No se puede negar el alto grado de compromiso socio-político de los directores balcánicos, una auténtica intelligentsia en el sentido de su autonomía intelectual. Por supuesto esto molesta a muchos allá por esos lares, pero esa es otra historia.
Sea como fuere esta película sería la representación de la historia como teatro (en la película lo llaman "camuflaje"), una burla hacia la verdad políticamente correcta. Es decir, en esta película veríamos dos realidades solapadas: aquella que está destinada al presidente Clinton y la realidad de la vida diaria de los habitantes de Tesanj (pequeña población situada dentro de un saliente de la Federación de Bosnia Herzegovina dentro de la República de Srpska. Decir como dato de interés que en 1991 el 78% de la población era musulmana, mientras que los datos de 2005 nos dejan un significativo balance del 98%). En la primera realidad cada personaje (porque esta película muestra como la política es una mera obra de teatro, repito) cumple con su papel a la perfección, en la segunda cada uno sigue con su cotidianeidad. Así nos encontramos con situaciones anodinas, como la de un proxeneta que pasa a convertirse en un supuesto notable de Tesanj que acompaña al delegado internacional a todos lados; la colaboración forzosa de un equipo de bomberos bosnio (donde están dos de los protagonistas: Hamlo y Faruk) y otro serbio; etc. El objetivo de la gran farsa es esconder a Clinton las brechas producidas por la guerra con el objetivo de satisfacerlo y conseguir su visto bueno para recibir financiación. Por supuesto todo esto no es más que mera fachada, de tal manera que una y otra vez nos vamos a dar contra la dura realidad: predominio de las mafias en la sociedad amparadas por los representantes del Estado (el corrupto jefe de policía); la falta de esperanzas en el horizonte de los bosnios (Amra, amiga de Faruk, vuelve de Alemania para reconstruir la casa de su familia y durante los trabajos una mina estalla amputándole las piernas. "Se debería haber quedado en Alemania"); las esclavas sexuales; el tráfico de refugiados kurdos y chinos; etc.
Sea como fuere esta película sería la representación de la historia como teatro (en la película lo llaman "camuflaje"), una burla hacia la verdad políticamente correcta. Es decir, en esta película veríamos dos realidades solapadas: aquella que está destinada al presidente Clinton y la realidad de la vida diaria de los habitantes de Tesanj (pequeña población situada dentro de un saliente de la Federación de Bosnia Herzegovina dentro de la República de Srpska. Decir como dato de interés que en 1991 el 78% de la población era musulmana, mientras que los datos de 2005 nos dejan un significativo balance del 98%). En la primera realidad cada personaje (porque esta película muestra como la política es una mera obra de teatro, repito) cumple con su papel a la perfección, en la segunda cada uno sigue con su cotidianeidad. Así nos encontramos con situaciones anodinas, como la de un proxeneta que pasa a convertirse en un supuesto notable de Tesanj que acompaña al delegado internacional a todos lados; la colaboración forzosa de un equipo de bomberos bosnio (donde están dos de los protagonistas: Hamlo y Faruk) y otro serbio; etc. El objetivo de la gran farsa es esconder a Clinton las brechas producidas por la guerra con el objetivo de satisfacerlo y conseguir su visto bueno para recibir financiación. Por supuesto todo esto no es más que mera fachada, de tal manera que una y otra vez nos vamos a dar contra la dura realidad: predominio de las mafias en la sociedad amparadas por los representantes del Estado (el corrupto jefe de policía); la falta de esperanzas en el horizonte de los bosnios (Amra, amiga de Faruk, vuelve de Alemania para reconstruir la casa de su familia y durante los trabajos una mina estalla amputándole las piernas. "Se debería haber quedado en Alemania"); las esclavas sexuales; el tráfico de refugiados kurdos y chinos; etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es el año 97 y el discurso del ambiguo alcalde deja pocas dudas: "Creeís que la guerra se acabó y la gente se muere de hambre. No hay trabajo, no podemos ir tranquilos por la calle. Los niños explotan con las minas. ¿Llamamos a esto paz?".Aun hoy en día las cosas no han cambiado mucho en Bosnia y el país no es más que una mera ficción política, un producto artificial, su composición destruye las posibilidades de desarrollo de las comunidades y evita la cooperación política. Muchos ejemplos lo dejan claro a lo largo de la película, por ejemplo el mismo hecho de que sea imposible encontrar pañales de calidad en el lado serbio, de modo que Faruk tendrá que comprarle dos paquetes a Stanko.
Es particularmente entrañable cada uno de los pasajes en que aparecen los bomberos. En primer lugar destacaría el momento en que un policía trata de explicar a éstos la nueva situación política tras Dayton: "Antes de la guerra no teníamos ninguna y ahora tenemos dos identidades. Pero fundamentalmente todos vivimos en un mismo país". Los bomberos se quedan atónitos ante sus palabras. "Veís esta línea roja - dice señalando la demarcación que separa las república serbia y la federación croato-musulmana -. Ya no existe. La muerte solía campar a sus anchas por esta línea y ahora se extiende la vida. El mundo espera que nos reconciliemos, que seamos parte de él". En este punto el guión alcanza un nivel de brillantez insuperable con un sutil sarcasmo y una aguda crítica política: el mundo espera mucho de nosotros porque somos la obra de los esfuerzos de Occidente, pero ¿qué podemos esperar nosotros del mundo? Constantemente se ven las líneas, demarcaciones e identidades como cuestiones meramente artificiales impuestas desde arriba. Por no hablar del modo en que los bomberos serbios y bosnios entablan amistad... momentos hermosos, sin lugar a dudas.
Hay una infinidad de detalles que me gustaría comentar pero no puedo por falta de espacio, de cualquier forma creo importante destacar que, como buen director balcánico, Zalica deja un lugar a la esperanza al final. Tras el suicidio del padre de Faruk (quien veía a su hijo muerto en la guerra en su imaginación) éste se reencuentra al final de la película en la mesa del jardín con ellos. Entonces les dice: "Me voy a Alemania. Me gustaría pediros que no vengaís. Dejadme en paz". Al fin y al cabo hay que ser capaz de dejar el pasado atrás y rehacerse.
Es particularmente entrañable cada uno de los pasajes en que aparecen los bomberos. En primer lugar destacaría el momento en que un policía trata de explicar a éstos la nueva situación política tras Dayton: "Antes de la guerra no teníamos ninguna y ahora tenemos dos identidades. Pero fundamentalmente todos vivimos en un mismo país". Los bomberos se quedan atónitos ante sus palabras. "Veís esta línea roja - dice señalando la demarcación que separa las república serbia y la federación croato-musulmana -. Ya no existe. La muerte solía campar a sus anchas por esta línea y ahora se extiende la vida. El mundo espera que nos reconciliemos, que seamos parte de él". En este punto el guión alcanza un nivel de brillantez insuperable con un sutil sarcasmo y una aguda crítica política: el mundo espera mucho de nosotros porque somos la obra de los esfuerzos de Occidente, pero ¿qué podemos esperar nosotros del mundo? Constantemente se ven las líneas, demarcaciones e identidades como cuestiones meramente artificiales impuestas desde arriba. Por no hablar del modo en que los bomberos serbios y bosnios entablan amistad... momentos hermosos, sin lugar a dudas.
Hay una infinidad de detalles que me gustaría comentar pero no puedo por falta de espacio, de cualquier forma creo importante destacar que, como buen director balcánico, Zalica deja un lugar a la esperanza al final. Tras el suicidio del padre de Faruk (quien veía a su hijo muerto en la guerra en su imaginación) éste se reencuentra al final de la película en la mesa del jardín con ellos. Entonces les dice: "Me voy a Alemania. Me gustaría pediros que no vengaís. Dejadme en paz". Al fin y al cabo hay que ser capaz de dejar el pasado atrás y rehacerse.