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Voto de davilochi:
8
5,9
39
Drama. Comedia. Bélico
Primavera de 1992. Estalla la guerra étnica en Yugoslavia que enfrenta a Serbios con Musulmanes. "Go West" narra la historia de una pareja de homosexuales: Milan, serbio, y Kenan, musulmán, que intentan salvar sus vidas y su amor donde sólo hay odio y muerte. Cuando las fuerzas serbias llegan a su ciudad, Sarajevo, huyen a refugiarse al pueblo de Milan, con la esperanza de exiliarse a Holanda. Testigos de la brutalidad de las tropas ... [+]
16 de abril de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante un valiente e interesante ejercicio cinematográfico que levantó no pocas controversias en el momento de su estreno. Tanta fue la controversia que Ahmed Imamovic recibió amenazas de muerte y aquellos que se atrevieron a ir a las proyecciones privadas en Bosnia (el film no llegó a ser proyectado en abierto) evitaban ser identificados por miedo a represalias. Hay que tener en cuenta el poder de la religión en la sociedad bosnia, muy fortalecido tras la infamante guerra de los años 90: de asociaciones religiosas llegaron la mayor parte de las críticas, aunque las hubo de todo tipo. El director de la revista sarajevita Walter, Enver Causevic afirmaba que no tenía ningún problema con la homosexualidad en sí, "Pero la película mezcla cuestiones como la nacionalidad y la homosexualidad. Y eso es una equivocación. Hablando de la homosexualidad en un film de la guerra de Bosnia se empequeñecen las verdaderas cuestiones en juego durante el conflicto". Nada más lejos de la realidad.
La película muestra variados dramas, en sí misma cada una de las vidas que vemos a lo largo de ésta constituyen uno diferente unido por la misma esencia: vivir en Bosnia. Rade Serbedzija, en el papel de padre de Kenan, lo deja muy claro cuando afirma en un momento muy intenso de la película que "Tú puedes comprar todo aquí con dinero excepto la felicidad. No hay felicidad aquí. Quizás la habría si nos hubiéramos quitado de encima a todos los musulmanes. Y ese puñado de croatas y, al final, nosotros, los serbios también. Deberían encerrarnos a todos en el infierno. Entonces deberían poblar Bosnia con gente normal que sea capaz de disfrutar su belleza". En una frase que condensa algunas de las ideas que el genial Ivo Andric expresara en obras como "Crónica de Travnik" o "Un puente sobre el Drina" se nos expresan algunos de los prejuicios que, producto de la experiencia histórica, dominan la imagen que muchos bosnios tienen de sí mismos. Esta es una imagen que paraliza a aquel dominado por ella, y ese es el mayor de los dramas que aqueja a la sociedad bosnia.
Más allá de todo esto, como decía, la película está cargada de detalles simbólicos bien calculados que merece la pena mencionar, si bien a veces el juego dialéctico es tan marcado que puede dar una impresión excesivamente simple. Una de las cosas que me llama la atención es la dualidad entre el turbo-folk, género musical muy apreciado por los serbios, del cual es buena exponente la viuda de Arkan y la música clásica que Milan interpreta con su violoncello. El turbo-folk, en la boda entre Ljubo y Milan, que se convierte en una celebración colectiva de la comunidad étnica, sería el paradigma del nacionalismo serbio: una música basada en temas étnicos y en el más radical exclusionismo. Frente a éste la música clásica, representación de los ideales ilustrados de paz y fraternidad.
La película muestra variados dramas, en sí misma cada una de las vidas que vemos a lo largo de ésta constituyen uno diferente unido por la misma esencia: vivir en Bosnia. Rade Serbedzija, en el papel de padre de Kenan, lo deja muy claro cuando afirma en un momento muy intenso de la película que "Tú puedes comprar todo aquí con dinero excepto la felicidad. No hay felicidad aquí. Quizás la habría si nos hubiéramos quitado de encima a todos los musulmanes. Y ese puñado de croatas y, al final, nosotros, los serbios también. Deberían encerrarnos a todos en el infierno. Entonces deberían poblar Bosnia con gente normal que sea capaz de disfrutar su belleza". En una frase que condensa algunas de las ideas que el genial Ivo Andric expresara en obras como "Crónica de Travnik" o "Un puente sobre el Drina" se nos expresan algunos de los prejuicios que, producto de la experiencia histórica, dominan la imagen que muchos bosnios tienen de sí mismos. Esta es una imagen que paraliza a aquel dominado por ella, y ese es el mayor de los dramas que aqueja a la sociedad bosnia.
Más allá de todo esto, como decía, la película está cargada de detalles simbólicos bien calculados que merece la pena mencionar, si bien a veces el juego dialéctico es tan marcado que puede dar una impresión excesivamente simple. Una de las cosas que me llama la atención es la dualidad entre el turbo-folk, género musical muy apreciado por los serbios, del cual es buena exponente la viuda de Arkan y la música clásica que Milan interpreta con su violoncello. El turbo-folk, en la boda entre Ljubo y Milan, que se convierte en una celebración colectiva de la comunidad étnica, sería el paradigma del nacionalismo serbio: una música basada en temas étnicos y en el más radical exclusionismo. Frente a éste la música clásica, representación de los ideales ilustrados de paz y fraternidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El opresivo y asfixiante clima del pueblo de Kenan es una de las cuestiones mejor trabajadas por Ahmed Imamovic en el film, con esos horribles espantapájaros que dominan el pueblo en el valle desde las montañas como un reflejo de los enemigos siempre al acecho, dispuestos a saltar sobre los serbios para acabar con ellos. Esos espantapájaros levantados por el odio son testigos de cómo aumenta el número de mujeres vestidas de negro y el silencio cargado de dolor y secretos se extiende sobre el pueblo, tan sólo roto de vez en cuando por las invectivas del pope contra la supuesta conspiración internacional que pesa sobre los serbios o por la llegada de nuevos camiones cargados con los cadáveres de maridos, hijos y padres que desatan las desgarradoras lágrimas de sus seres queridos. Salta a la vista la activa participación de la Iglesia ortodoxa (aunque esto se puede extender en igual o mayor medida a la Iglesia católica respecto a los croatas) en la activación y promoción de los afilados marcos de referencia que hicieron posible esa guerra. Uno de los momentos épicos del film es aquel en que Ljubo, al recibir la bendición del pope por la muerte de su hijo que, según el religioso, ennoblece a su familia, lo levanta de su silla de ruedas y lo deja caer en el suelo en un gesto de abierta rebelión frente a toda esa locura que se ha llevado la vida de Kenan y tantas otras.
El tema de la homosexualidad no oculta el drama de la guerra de ningún modo, sino que al final se convierte en un triste matiz más. Con casi igual intensidad es presentada la situación de Ranka, interpretada por la incombustible e impresionante Mirjana Karanovic, una mujer proscrita por el resto de mujeres y vista poco menos que como una simpática prostituta por parte de los hombres del pueblo. Su drama es un secreto a voces: su hijo juega a ser un chetnik radical, dominado por lemas nacionalistas, como si conociera la maldición que pesa sobre él, siempre solo y repudiado por el resto de muchachos del pueblo (impresionante la escena en que los muchachos del pueblo lo atan a un palo y encienden una hoguera a su alrededor)... su padre, supuestamente desconocido, es uno de los musulmanes del pueblo asesinados al estallar la guerra.
Lo más desgarrador es que incluso la propia Ranka, destrozada por el dolor y los ataques de la comunidad que sobrelleva con estoicismo, una proscrita al fin y al cabo, al igual que Milan, no comprenderá lo que para ella es una afrenta no sólo a su manera de entender el mundo, sino también a su dignidad como mujer: la homosexualidad de Milan. El ruido de la tormenta que pesa sobre Bosnia acallará el disparo con que Ljubo pondrá fin a su vida, mientras vemos a una viuda cargando con uno de los espantapájaros, su condena, su particular cruz.
El tema de la homosexualidad no oculta el drama de la guerra de ningún modo, sino que al final se convierte en un triste matiz más. Con casi igual intensidad es presentada la situación de Ranka, interpretada por la incombustible e impresionante Mirjana Karanovic, una mujer proscrita por el resto de mujeres y vista poco menos que como una simpática prostituta por parte de los hombres del pueblo. Su drama es un secreto a voces: su hijo juega a ser un chetnik radical, dominado por lemas nacionalistas, como si conociera la maldición que pesa sobre él, siempre solo y repudiado por el resto de muchachos del pueblo (impresionante la escena en que los muchachos del pueblo lo atan a un palo y encienden una hoguera a su alrededor)... su padre, supuestamente desconocido, es uno de los musulmanes del pueblo asesinados al estallar la guerra.
Lo más desgarrador es que incluso la propia Ranka, destrozada por el dolor y los ataques de la comunidad que sobrelleva con estoicismo, una proscrita al fin y al cabo, al igual que Milan, no comprenderá lo que para ella es una afrenta no sólo a su manera de entender el mundo, sino también a su dignidad como mujer: la homosexualidad de Milan. El ruido de la tormenta que pesa sobre Bosnia acallará el disparo con que Ljubo pondrá fin a su vida, mientras vemos a una viuda cargando con uno de los espantapájaros, su condena, su particular cruz.