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Voto de davilochi:
8
Drama Aléxandros (Gregory Karr) es un periodista que viaja a la "Sala de espera", un lugar del norte de Grecia en la frontera con Albania, que se llama así porque allí se concentran refugiados kurdos, turcos, albaneses, polacos, rumanos o iraníes que esperan un permiso que les permita abandonar ese lugar. El periodista llega con un equipo de televisión para filmar la vida de estas gentes; en un momento dado, cree reconocer a alguien: un ... [+]
26 de mayo de 2010
31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi en el mismo comienzo nos encontramos con uno de los elementos centrales de la película: un río, frontera natural y centenaria, como bien expresara Ivo Andric en su hermosa obra "Un puente sobre el Drina". Sin embargo, en pleno siglo XX, los conocimientos técnicos del hombre han permitido sortear esa inmensa barrera por medio de un puente, algo que puede ser más o menos hermoso en lo físico pero siempre bello en lo que simboliza: la conquista de la naturaleza, la prolongación de caminos cortados y, por lo tanto, la posibilidad de ir más allá hacia lo desconocido; con la salvedad de que este puente contiene en su mitad la frontera entre Albania y Grecia. Nada más paradójico teniendo el cuenta lo que un puente representa. La película esta ambientada en un momento delicado tanto para griegos y albaneses (qué momentos no lo son para estos pueblos, al menos desde la perspectiva externa), a caballo entre los ochenta y los noventa: los primeros viviendo en una sociedad completamente militarizada por el miedo constante a una guerra con los turcos y para mantener blindadas las conflictivas fronteras con Albania; los segundos una sociedad dominada por una paranoica dictadura comunista desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, completamente aislados del mundo exterior sino es a costa de grandes peligros. Para comprender los parámetros en que se mueve esta película hay que tener en cuenta la conciencia griega hasta hace muy pocos años de ser una isla europea en mitad de un mundo hostil, el último reducto de la civilización occidental en oriente (hasta el ingreso de Bulgaria Grecia no compartía fronteras físicas con ningún país de la UE). Esto queda claramente expresado en una frase del coronel griego al encontrarse en mitad del puente junto a Alexandre, su amigo el periodista: "Grecia termina en la línea azul. Si doy un paso estoy en otra parte o muero". Sin embargo, como siempre, el contrabando sigue siendo un lazo conector entre pueblos: "El año pasado una cajetilla de tabaco me costó un tiroteo y la vida de un hombre".

Es hermoso y muy clarificador respecto a la profesión de estos individuos el papel del periodista, Alexandre. El observador impersonal que desde lo alto del balcón, como un ave rapaz se introduce en vidas ajenas, en destinos que poco tienen que ver con el suyo. Los refugiados cuentan sus experiencias migratorias, hablan del miedo a morir, del pasado de muerte que dejan atrás y de lo que esperan encontrar al otro lado y el miedo a no llegar nunca. Alexandre está investigando la misteriosa desaparición de un ilustre político griego muchos años atrás. La obra con la que éste cerró su obra decía: "¿Cómo podíamos dar forma a un nuevo sueño colectivo?".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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