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Voto de davilochi:
10
7,6
32
Drama
Narra la vida de Petria a través de tres décadas, desde su primer matrimonio en los años 40 hasta la muerte de su segundo marido, a finales de los 60. Al mismo tiempo se refleja el panorama social y económico de la Yugoslavia de la época. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas de la historia del cine balcánico (en 1996 la Academia Serbia de Arte Cinematográfico la calificó como la octava mejor película serbia), un fresco de toda una época y de una mentalidad: la de las comunidades campesinas serbias de mediados del siglo XX, todavía plenamente arraigados en un pasado ancestral. Lo cierto es que Karanovic volvería a intentar algo similar con los campesinos croatas del siglo XIX con su también impresionante film "Virdzina" (1989) y lo más impresionante es que no llega a repetirse de ningún modo, sino que muestra la riqueza de ideas que pueblan su mente y su capacidad para dar dinamismo y heterogeneidad a historias muy similares por su temática. Es difícil no caer en tópicos, más aún en el cine, donde buenos directores pueden llegar a encasillarse en un género hasta explotarlo de tal modo que carezca de sentido. En cualquier caso estos dos films de Karanovic junto a "Kuduz", de Kenovic, componen una triada imprescindible para adentrarse en un ámbito de la realidad balcánica tan concreto como el de sus comunidades rurales.
Mirjana Karanovic es media película. Me gustaría encontrar algún adjetivo para definir su actuación aquí, pero creo que sería difícil, tan sólo diré que se ha ganado con toda justicia la condición de mejor actriz de los Balcanes, al menos según mi humilde punto de vista. No puedo menos que ponerme a sus pies, porque cada papel que ha realizado lo ha bordado, pero quizás más especialmente si cabe los primeros como éste o "Papá está en viaje de negocios". Aquí, como decía, es ella quien da sentido a toda la historia, una historia emocionante y conmovedora como pocas de principio a fin que, además, se logró con un presupuesto bajísimo.
En el comienzo del film vemos a Petrija (personaje que será interpretado a lo largo de toda la película por Mirjana Karanovic), ya anciana y dispuesta a rememorar su vida, para lo cual se servirá a modo de suero del recuerdo de varias copas de "rakija" (que según la medicina popular de los propios balcánicos puede hacer auténticos milagros). De este modo se lanza a rememorar su tormentoso pasado. De hecho el título cuya traducción titular sería "La corona de Petria" puede ser interpretado de varias maneras: o bien que Petrija se ha ganado la gloria (alusión a la corona de laurel, que además aparece en la portada del film) o bien en referencia a la corona de espinas que ha portado toda su vida (en alusión al martirio impuesto a Jesucristo). Ambos motivos serían buenos y perfectamente relacionados con el contenido de la historia.
Su memoria (tema esencial del film, como bien muestra la presencia del virtuoso fotógrafo a lo largo del film, quien hace de la memoria algo basado en los bellos momentos del pasado congelados en nuestro recuerdo) aparece articulada en torno a los tres hombres que marcaron su vida, como no podría ser de otro modo para una mujer de su condición y origen.
Mirjana Karanovic es media película. Me gustaría encontrar algún adjetivo para definir su actuación aquí, pero creo que sería difícil, tan sólo diré que se ha ganado con toda justicia la condición de mejor actriz de los Balcanes, al menos según mi humilde punto de vista. No puedo menos que ponerme a sus pies, porque cada papel que ha realizado lo ha bordado, pero quizás más especialmente si cabe los primeros como éste o "Papá está en viaje de negocios". Aquí, como decía, es ella quien da sentido a toda la historia, una historia emocionante y conmovedora como pocas de principio a fin que, además, se logró con un presupuesto bajísimo.
En el comienzo del film vemos a Petrija (personaje que será interpretado a lo largo de toda la película por Mirjana Karanovic), ya anciana y dispuesta a rememorar su vida, para lo cual se servirá a modo de suero del recuerdo de varias copas de "rakija" (que según la medicina popular de los propios balcánicos puede hacer auténticos milagros). De este modo se lanza a rememorar su tormentoso pasado. De hecho el título cuya traducción titular sería "La corona de Petria" puede ser interpretado de varias maneras: o bien que Petrija se ha ganado la gloria (alusión a la corona de laurel, que además aparece en la portada del film) o bien en referencia a la corona de espinas que ha portado toda su vida (en alusión al martirio impuesto a Jesucristo). Ambos motivos serían buenos y perfectamente relacionados con el contenido de la historia.
Su memoria (tema esencial del film, como bien muestra la presencia del virtuoso fotógrafo a lo largo del film, quien hace de la memoria algo basado en los bellos momentos del pasado congelados en nuestro recuerdo) aparece articulada en torno a los tres hombres que marcaron su vida, como no podría ser de otro modo para una mujer de su condición y origen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dobrivoje será el primero, el prototipo de campesino serbio de mediados de siglo, y su relación con él aparecerá marcado por el matriarcado impuesto por la anciana madre de éste sobre la casa familiar (en los Balcanes era costumbre que la mujer fuera a vivir a casa del marido, aunque a veces ocurría al revés y esto suponía el rechazo de la herencia paterna por parte del hombre); de hecho la madre de Dobrivoje es una mujer resentida por años de opresión y por los orígenes humildes de Petrija, a la cual desprecia. Esta situación muestra la paradójica situación de la mujer en esta sociedad y las rigideces impuestas por la tradición, por la cual las personas han de pagar altos precios en muchas ocasiones (es especialmente impactante la imagen de Petrija dando a luz a su primer hijo, sola, en el establo). Finalmente será repudiada por su marido ante la evidencia de que está marcada por la mala suerte (más tarde veremos a sus dos perros que constantemente la persigan), de hecho es aquí donde encontramos las primeras evidencias del obscurantismo al que estaban sometidas estas sociedades rurales y del titánico, casi imposible, trabajo que el comunismo tuvo en esos lugares. Petrija será una mujer analfabeta profundamente marcada por la superstición, llama especialmente la atención la figura de la hechicera, lo cual da una idea de la pervivencia del paganismo en estas sociedades; también vivamente marcada por la pérdida de su hija Milana durante la Segunda Guerra Mundial a causa de la escasez de todo - en este caso medicinas - generada por el conflicto.
Petrija aceptará con resignación su destino y marchará a la ciudad, donde se encontrará con Ljubisa, interpretado por el genial Pavle Vujisic que le dará la oportunidad de trabajar para él en su bar. Allí conocerá a su segundo marido y asistirá a la imposición del comunismo en Yugoslavia tras la guerra que, injustamente, despojará a un hombre justo como Ljubisa. Una vez más vemos cómo la revolución no tenía en cuenta a los individuos, no había barrera que ésta no superara en el camino hacia la consecución de su triunfo final. En cualquier caso esta es la única alusión política a lo largo del film, si exceptuamos cierta crítica contenida en el episodio final del cierre de la estación de trenes ante la escasa rentabilidad económica que ofrecía la región donde vivía Petrija junto a su segundo marido, Misa (quien morirá a causa de su afición por el alcohol), tras el cierre de la mina. Aquí vemos como hasta un Estado socialista tiene más en cuenta la rentabilidad que el bienestar de sus ciudadanos.
Petrija vivirá tal y como se espera de una mujer de su condición, aguntando con resignación todas las desgracias que el destino interponga en su camino. El tren que se va representa la pérdida de la última oportunidad para Petrija (según su propia mentalidad), es la vida que se va: "La muerte nos espera a todos, no hay modo de escapar de ella, pero no hay porque correr hacia ella".
Petrija aceptará con resignación su destino y marchará a la ciudad, donde se encontrará con Ljubisa, interpretado por el genial Pavle Vujisic que le dará la oportunidad de trabajar para él en su bar. Allí conocerá a su segundo marido y asistirá a la imposición del comunismo en Yugoslavia tras la guerra que, injustamente, despojará a un hombre justo como Ljubisa. Una vez más vemos cómo la revolución no tenía en cuenta a los individuos, no había barrera que ésta no superara en el camino hacia la consecución de su triunfo final. En cualquier caso esta es la única alusión política a lo largo del film, si exceptuamos cierta crítica contenida en el episodio final del cierre de la estación de trenes ante la escasa rentabilidad económica que ofrecía la región donde vivía Petrija junto a su segundo marido, Misa (quien morirá a causa de su afición por el alcohol), tras el cierre de la mina. Aquí vemos como hasta un Estado socialista tiene más en cuenta la rentabilidad que el bienestar de sus ciudadanos.
Petrija vivirá tal y como se espera de una mujer de su condición, aguntando con resignación todas las desgracias que el destino interponga en su camino. El tren que se va representa la pérdida de la última oportunidad para Petrija (según su propia mentalidad), es la vida que se va: "La muerte nos espera a todos, no hay modo de escapar de ella, pero no hay porque correr hacia ella".