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Voto de davilochi:
10
22 de abril de 2010
44 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada podría definir mejor el carácter de este mediometraje de animación. Han sido muchos los rumores que han querido ver en ésta una historia real (muchos de ellos alimentados por el autor original de la obra, el escritor Jean Giono). Lo que si es cierto es que el arte por el arte no existe y que todo artista está influenciado por el entorno en que se desenvuelve, es decir, la inspiración procede de un estímulo producido por la realidad que éste percibe (ya sea interna o externa). De hecho no es casual que sea en el momento en que Europa decide sumergirse en una gigantesca y brutal guerra civil de más de treinta años (dos guerras mundiales más toda la conflictividad existente en el periodo de Entreguerras) un hombre de mediana edad decida huir de sus lazos con la sociedad, para unirse a la naturaleza y empezar a plantar semillas con una abnegación obstinada en un terreno yermo y desértico. Su labor titánica contrasta con la inútil inmolación de 70 millones de hombres y la invalidez permanente de cerca de 30. 100 millones de vida segados en nombre de intereses sectarios y clasistas, en nombre de un nacionalismo por el que sólo se mata la gente común pero no aquellos que propagan las llamas de la ira. 100 millones de vidas que se podrían haber dedicado a construir un mundo mejor tal y como hizo Elzeard Bouffier a lo largo del mismo periodo de treinta años. Es cuanto menos paradójico, pero supone una fuerte condena a la guerra y una apuesta por la vida en un momento en que el existencialismo ganaba adeptos por millares en la Europa de la post-guerra (la obra fue publicada en 1953).
La adaptación cinematográfica se produjo en un momento muy propicio dado el auge del movimiento ecologista (1987), de hecho es de sobras conocido el vegetarianismo y activismo en pro de los derechos naturales de Frederic Back. En cierto sentido el film viene a remarcar la fragilidad de la naturaleza pero al mismo tiempo su fortaleza. Es un trabajo que valora el conocimiento del entorno como un elemento esencial para amar lo que nos rodea y sacar el máximo provecho de la vida, el trabajo duro y la constancia, la paciencia y el altruismo como valores fundamentales. El narrador afirma que "Los seres humanos podrían ser tan eficaces como dios en ciertas áreas" y el caso es que hay que tener cuidado en ciertas afirmaciones, porque lo cierto es que este pensamiento ya ha sido puesto en práctica por los soviéticos (entre otros) y los resultados saltan a la vista: la desecación del Mar de Aral (en el intento por crear una gigantesca zona de arrozales) o la deforestación en Siberia (en un intento por cambiar el curso de los grandes ríos siberianos hacia el sur).
La adaptación cinematográfica se produjo en un momento muy propicio dado el auge del movimiento ecologista (1987), de hecho es de sobras conocido el vegetarianismo y activismo en pro de los derechos naturales de Frederic Back. En cierto sentido el film viene a remarcar la fragilidad de la naturaleza pero al mismo tiempo su fortaleza. Es un trabajo que valora el conocimiento del entorno como un elemento esencial para amar lo que nos rodea y sacar el máximo provecho de la vida, el trabajo duro y la constancia, la paciencia y el altruismo como valores fundamentales. El narrador afirma que "Los seres humanos podrían ser tan eficaces como dios en ciertas áreas" y el caso es que hay que tener cuidado en ciertas afirmaciones, porque lo cierto es que este pensamiento ya ha sido puesto en práctica por los soviéticos (entre otros) y los resultados saltan a la vista: la desecación del Mar de Aral (en el intento por crear una gigantesca zona de arrozales) o la deforestación en Siberia (en un intento por cambiar el curso de los grandes ríos siberianos hacia el sur).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película se refiere a la contribución individual del ser humano con los únicos recursos que le presta su conocimiento y capacidad física, trata de destacar el valor del esfuerzo personal o individual y una vía orgánica de reencuentro con la naturaleza como camino hacia la felicidad. En línea con el existencialismo trata de reafirmar el hecho de que el hombre no precisa de los demás para ser, sino que es éste mismo quien crea el significado y la esencia de su vida (en este caso dedicándose a la abnegada labor de plantar árboles).
El personaje de Elzeard Bouffier es la libertad llevada a su máxima expresión: huye del mundo a una especie de retiro espiritual, a un lugar que no interesa a nadie y por eso no hay nadie en él, ningún estado o individuo que reclame esas tierras. Es un principio básico que el hombre huya de los lugares que no ofrecen medios, pero no menos lo es el hecho de que el estado invasivo aparezca cada vez que existe la posibilidad de generar riqueza en un determinado lugar. Esto ocurre con la llegada del funcionario forestal con el objetivo de avisar a Bouffier de la prohibición de hacer fuegos exteriores para no poner en peligro el bosque "natural". El estado no tarda por lo tanto en hacerse con la propiedad de éste. Sólo la guerra o el estado pueden acabar con algo así (nos encontramos entonces con una crítica tanto al belicismo como al estado invasivo que no sólo se entromete en la vida privada de los individuos, sino que además condiciona los mismos procesos naturales), por suerte parece que la zona estaba suficientemente aislada como para que la explotación de la joven madera no resultara rentable a la altura de 1939. Efectivamente la guerra moderna siempre amenaza cualquier forma de vida, porque ésta va más allá de los simples frentes, moviliza países enteros, recursos tanto humanos como naturales, tanto los civiles como la naturaleza se convierten en objetivos militares valiosos a la hora de socabar la resistencia del enemigo.
Finalmente vemos que donde hay vida, donde hay naturaleza, allí irán los hombres. Un ser humano, sólo, con sus recursos morales y físicos alcanzó a crear un inmenso bosque de la nada con el trabajo diario a lo largo de más de treinta años, con la creación del bosque vino la creación de esperanza para miles de personas que encontraron ese antiguo desierto un buen lugar donde rehacer sus vidas (el mismo lugar donde se había deshecho la vida del protagonistas que perdió a su mujer y a su hijo). Es curioso que de la catástrofe pueda nacer una fuerza tan poderosa, una "generosidad tan encarnizada" que al fin y al cabo no forma parte sino de un egoísmo racional, es decir, Elzeard Bouffier está buscando su propia paz interior, pero a través de ese proceso consigue hacer el bien a miles de personas. No podría haber un mejor ejemplo de la ética utilitaria. El ser humano... bien podemos decir de éste que no hay barreras cuándo tiene un anhelo por el cual lucha con constancia y trabajo día tras día.
El personaje de Elzeard Bouffier es la libertad llevada a su máxima expresión: huye del mundo a una especie de retiro espiritual, a un lugar que no interesa a nadie y por eso no hay nadie en él, ningún estado o individuo que reclame esas tierras. Es un principio básico que el hombre huya de los lugares que no ofrecen medios, pero no menos lo es el hecho de que el estado invasivo aparezca cada vez que existe la posibilidad de generar riqueza en un determinado lugar. Esto ocurre con la llegada del funcionario forestal con el objetivo de avisar a Bouffier de la prohibición de hacer fuegos exteriores para no poner en peligro el bosque "natural". El estado no tarda por lo tanto en hacerse con la propiedad de éste. Sólo la guerra o el estado pueden acabar con algo así (nos encontramos entonces con una crítica tanto al belicismo como al estado invasivo que no sólo se entromete en la vida privada de los individuos, sino que además condiciona los mismos procesos naturales), por suerte parece que la zona estaba suficientemente aislada como para que la explotación de la joven madera no resultara rentable a la altura de 1939. Efectivamente la guerra moderna siempre amenaza cualquier forma de vida, porque ésta va más allá de los simples frentes, moviliza países enteros, recursos tanto humanos como naturales, tanto los civiles como la naturaleza se convierten en objetivos militares valiosos a la hora de socabar la resistencia del enemigo.
Finalmente vemos que donde hay vida, donde hay naturaleza, allí irán los hombres. Un ser humano, sólo, con sus recursos morales y físicos alcanzó a crear un inmenso bosque de la nada con el trabajo diario a lo largo de más de treinta años, con la creación del bosque vino la creación de esperanza para miles de personas que encontraron ese antiguo desierto un buen lugar donde rehacer sus vidas (el mismo lugar donde se había deshecho la vida del protagonistas que perdió a su mujer y a su hijo). Es curioso que de la catástrofe pueda nacer una fuerza tan poderosa, una "generosidad tan encarnizada" que al fin y al cabo no forma parte sino de un egoísmo racional, es decir, Elzeard Bouffier está buscando su propia paz interior, pero a través de ese proceso consigue hacer el bien a miles de personas. No podría haber un mejor ejemplo de la ética utilitaria. El ser humano... bien podemos decir de éste que no hay barreras cuándo tiene un anhelo por el cual lucha con constancia y trabajo día tras día.