Me encanta Halloween, todo lo que rodea a esta fiesta me fascina y no es para menos, poder pedir caramelos por las casas ajenas, es mejor idea que comprarlos en las tiendas de frutos secos y encima disfrazados; aunque confieso que lo he hecho menos de lo que me hubiese gustado. Pero hay una cosa que prevalece en Halloween y es el visionado de el retorno de las brujas, porque este día no sería lo mismo sin ella.

Me he criado con esta película, la veía en la televisión fascinado por todo lo que envolvía a la historia y como comprenderéis, no voy a poder ser objetivo con ella, pero no me culpéis a mí, soy presa de un hechizo contagioso que me lanzó la bruja Winifred.

Obviando que sea una película infantil pensada para niños, vista con perspectiva resulta una historia muy original de ver: Unas brujas regresan en la noche de Halloween, pero 300 años después de su muerte y en pleno siglo XX. Gracias esta idea, se dan situaciones realmente cómicas; las brujas reaccionan a los cambios sufridos por la evolución histórica y esto permite que una simple calzada, sea un desafío a superar para ellas.

La película no cuenta con un reparto plagado de talento y estrellas de renombre, pero en su lugar tenemos un trío de brujas carismáticas, una niña que deja perlas cada vez que habla, una parejita de enamorados y un gato que habla, UN GATO QUE HABLA, si esto no es suficiente para convenceros de que la veáis con vuestros hijos, os doy por perdidos.

Me estoy poniendo nostálgico mientras escribo esto, pero es que ya no se hacen proyecto así... La mayoría querrá ver cine de terror y recurrirán a Insidious o cintas de este tipo, pero yo me quedo con Winifred y sus hermanas.